lunes, diciembre 31, 2007

Fue Y Es Y Será.



Un año, un año entero desde que el calendario es lo que es. Un año en el que las tendencias han muerto asesinadas en las manos de la jungla de asfalto, quemadas en portadas y devoradas por las chicas it. Un año en el que las top models han regresado y, no sólo al universo Chanel donde, por mucho que Karl Lagerfeld anunciase su muerte, nunca se fueron; ellas han vuelto y; eso significa que la moda ahora tiene nombres con mayúsculas y, nuevas Afroditas, antiguas musas. Realmente vuelve el pasado pero, a costa de qué. Año negro para la moda y, a la vez, año de gracia. Así son los genios, grandes, plausibles y talentos y, no sólo comerciales, no sólo culturales y, no sólo contemporáneos porque es el filtro del tiempo el que habla del talento y no de la sociedad de su época. Ahora vuelven las maisons del olvido y mueren los creadores a favor de la marca que es devorada por el logo y, al mismo tiempo, se reclama el je ne sais quois francés, el talento y la esencia. Porque la moda ya no es un cliché…


Éste ha sido un año negro para la moda, Valentino se ha despedido como el último couturier. Un grande. Como todo genio Valentino copó los mentideros de París pero, fue él quien tuvo la última palabra. Escogió a Alessandra Fachinetti como sucesora en un mar de genios deseosos de una marca como la de Valentino, negó a Ford, marginó a Valli, destronó a Marchesa, se carcajeó de Pilati, intimidó a Elie Saab y cayó rendido, gracias a las cifras y a la mano “gris” del conglomerado empresarial, ante Alessandra Fachinetti una mujer que, no dejó de convertirse en intermedio en Gucci entre el carnal poder de Ford y la templanza comercial de Frida. Quizás sólo esté de paso en Valentino pero, ¿no es esa la maldición del sucesor? Eterno Valentino es lo que queda por decir.


Murió Gianfranco Ferré el llamado arquitecto de la moda, el hombre que hizo de la blusa blanca la elegancia y de la crinolina, la palabra de la noche. El extranjero que tomó Dior, confrontó al mundo y recibió el aplauso y, el hombre que al morir, la moda le ha olvidado. Ya se sabe, los genios no reciben aplausos hasta mucho tiempo después. Pero Ferré no era un diseñador más, él era el concepto de la dignidiad y la armonía en la moda, un hombre del renacimiento que prestaba la atención a la forma y al contenido, en su tiempo justo, en el aplauso del espacio. Quizás fura el presente el que le maltrató, su firma hacía décadas que no estaba visitada por los fashionistas y que el hombre de la arquitectura, el genio del diseño no era más que un recuerdo en el pasado de Dior pero, la verdad, es que era más que eso. Era un talento conceptual y, ya se sabe lo que pasa con los genios, que en una sociedad en la que los mediocres triunfan; los genios caen en el olvido.


Versace, ése hombre producto de la contemporaneidad y del arribismo. Aquel hombre que se fijó en un burdel y que inventó a las top model. Ahora la marca es un cliché, Donatella Versace, ha convertido la marca en una red comercial en la que quiere ser el nuevo chic, la nueva Italia y, todo eso, cuando Gianni siempre estuvo condecorado con una máxima fascinante y aterradora, pero que ha dejado un millar de creaciones, “No creo en el buen gusto”, una afirmación que le sacaba de su contemporaneidad y que le permitía innovar. Seguramente, Versace nunca será elegante pero ése nunca fue su propósito. Gianni Versace era otro genio, pero un genio diferente; un hombre que vio a modelos con nombre y a moda con musas, a tops decadentes y al show de la moda. Gracias, Gianni Versace.


También ha sido el aniversario de Dior, de la muerte de la leyenda y de la creación de la casa del genio. Monsieur Dior fue el creador, uno de los que su nombre queda escrito con letras mayúsculas en la milla dorada de la moda, y que consiguió crear el escándalo, la elegancia y la revolución a partes iguales en el mundo de la moda. Cambió la paleta de colores creando la ilusión de un jardín: rojo pasión, verde menta, rosa satinado, azul nocturno o gris perlado. Ató a las mujeres al corsé de nuevo y ellas aplaudieron, fue tachado de apolítico, consumista y antipatriótico por su excesivo New Look y creo a partes iguales el nuevo sistema económico de la moda, primero fue rico por su casa, luego pobre, volvió a ser rico gracias al sistema de licencias y plasmó esa regia nobleza de su pasado en su marca. Fue el primero en no sobrevivir a su marca, fue el primero en la maldición del sucesor. Por su casa pasaron desde Saint Laurent, el joven genio, a Marc Bohan; el extranjero Ferré; y John Galliano y todos acabaron cayendo en la maldición de la casa, del barco sin rumbo con sólo pasado, la maldición del titular que YSL inauguró desde aquel “Saint Laurent salva Francia” y que Galliano acaba. El suceso Dior. Y es que ya no hoy hombres como Saint Laurent…


La maldición del sucesor es algo muy comentado y es que además de soportar la carga del histórico necesitan caer en las redes de la comercialidad y triunfar cada temporada o bien con algo nuevo o bien con algo que la jungla aplauda. La esperanza de vida de un sucesor es equiparable a al de una tendencia, caducan, renacen, explotan y mueren y caen en el más profundo de los olvidos sin importar a nada ni a nadie. Un sucesor puede llevar a una maison al éxito o sumirla en el fracaso y, eso es lo importante. La moda y las finanzas son lobos entre ellos mismos, se aplauden, se devoran, se consumen y se mantienen, son como un organismo simbiótico. Aunque, también son décadas de logo y adiós a la furia y al rojo.


El universo Chanel es un misterio para mí. Karl Lagerfeld ha convertido a Chanel en una maison que vive del pasado, en una oda continua a las perlas, al negro, a la bisutería, a la camelia y al chic francés de mademoiselle. Chanel ha caído en el estereotipo, en el mero cliché. Ahora Chanel se resume en el Petite Robe Noire, en la parisina chic y en el clásico de fondo de armario; antes Chanel era genio e ingenio, Chanel era una transgresora, una rupturista, como dirían, un torito negro. Lagerfeld, es un gordo-flaco que tiene veinte kilos de más en la cabeza y que está obsesionado y anclado en el pasado pero con un amor irresistible por las musas de un día. Ahora Chanel es una noche de verano sumida en el sonar de las estrellas, es un rumor candente en los mentideros pero, siempre será una estrella en el cielo. El siglo de Chanel, sin ninguna duda.


Balenciaga es otra de mis pasiones, Cristóbal Balenciaga fue “El maestro de todos nosotros”, un hombre austero que se inspiró en España, vistió a Francia y al mundo y se alzó como la elegancia. Balenciaga no necesita más definición, se pueden decir muchas cosas de Balenciaga pero lo que más la define es el silencio interrumpido por un aplauso. Regio y soberbio como Cristóbal Balenciaga. Ahora llega Ghesquiére con un amor a lo profano, asalta Balenciaga, proclama su territorio y se convierte en el niño mimado de la moda alzando todo lo que detestaba Balenciaga. Balenciaga era negro y rosa, Balenciaga era porte y soberbia. Ghesquiére es un geniecillo venido a más, que volverá a caer en el menos. Y nadie dirá nada. Ghesquiére roza las mieles del éxito, sólo le auguro un mal final. El peso del histórico, Ghesquiére no puede con él y por eso sus veleidades…


Maisons del pasado y maisons del olvido, de aquellos hombres que no sobrevivieron a su marca y que cayeron en las redes de lo olvidado. Ahora renacen, de la mano de una generación impersonal y sedienta de ídolos, el wanabbe, y con Rachel Zoe como insignia. El estilista es arribista, o se tiene clase o no. Punto. Pero Rachel Zoe no piensa así, de hecho, cría, aliena y educa a una generación de adolescentes estrellas infantiles que desfilan sus delirios por la Alfombra Roja como clones del uniforme del club de la melena rubia y el todo hueso. Rachel Zoe es la diosa de un Nueva York rendido al negro que cambia a todo el mundo por igual y que vive sumergido en un Sex And The City particular. Quizás, lo único que une a la generación de las fashion victims sacrificadas a Zara que sueñan con Prada sea aquel lema de Andy Warhol, “¿Quién quiere hacer arte? Yo quiero dinero.”


Vuelve la leyenda de las maisons del pasado, desde Elsa Schiaparelli, la mujer del arte, cuyo adjetivo es Shoking Shiaparelli a la mítica Halston, aquella firma de las líneas limpias y nítidas, del corte trapecio, de Jackie Onassis. Y vuelve Halston de la mano de Rachel Zoe y de Tamara Mellon y, siento escalofríos de pensar en la generación Zoe con pillbox por la Alfombra Roja. Y vuelve el Atelier de Versace, y vuelve la Costura de Balenciaga y, vuelven las musas a Chanel y, vuelve todo lo que huele a éxito aunque sea como una muerte anunciada. Mueren las leyendas.Y es que ése es el problema, a nadie le importa la moda, ahora sólo importan las cifras. Va ha haber damas de rubios cabellos oxigenados arribistas por la Alfombra Roja. Damas de la generación de las camareras de bar. Pido princesas y no adolescentes que se llaman Kimberley, Lindsay o Cindy que podrían servir café en Alabama o en la América Profunda y que son visiones sinuosas de una sociedad en declive. Oda al Hollywood Dorado. Yo rechazo éste.


Y de repente surgen pasiones por la moda, alimentadas por el fenómeno Devil Wears Prada y por el arribismo de los conglomerados comerciales. Y Anna Wintour está encantada, ella ya ha pasado a la historia como nadie antes lo había hecho, ella ya ha tocado el cielo del éxito y disfruta de su trono. Being Anna Wintour por Carine Roitfeld, nombrada enemiga por los titulares sensacionalistas, devota envidia. Ahora arrasan las altas esferas de la moda custodiadas por la todopoderosa Anna Wintour y por la siempre comentada Carine Roitfeld. Ellas construyen la leyenda, catapultan los genios y guardan el oscuro secreto de la moda en su mano. Eso es poder.


Esto ha sido 2007, un despliegue comercial, un adiós de talentos y una llegada continua de rumores. Un mundo en el que triunfan los mediocres, que ve decir adiós a los genios y que espera con ansia un nuevo rey, un nuevo tirano que le domine. Espera princesas y no camareras de bar, espera reyes y no sucesores, espera esperanzas y gloria y no cifras y mediocridad. No quiere un nuevo Valentino, otro Balenciaga, un genio como Saint Laurent, una rupturista como Chanel, una artista como Schiaparelli, un innovador como Poiret, un dictador como Worth, una fashionista como MariaAntoinette, una “Su elegancia” como Jackie Onassis, una todopoderosa como Anna Wintour o una celebridad como Audrey Hepburn. Eso ya ha pasado, ahora queremos algo nuevo. Algo regio, algo soberbio y no otro otro. Para eso ya está el pasado, ahora miremos al futuro.

Gucci, La Fiera Domada


La que, sin duda, va a ser la colección más copiada por la moda democrática, más deseada por la jungla de asfalto y más vista en la Alfombra Roja es la de Gucci. Esa colección en la que el blanco, amarillo y negro se hacen uno y en la que el futurismo se mezcla con el college chic y con un toque, eso sí, de estampados excesivos. Quizás Gucci haya perdido la fiereza de Ford pero, ha ganado comercialidad de la mano de Frida y, eso se nota.


De aquel porno chic de Tom Ford pasamos a féminas relajadas con (poca) sexualidad italiana y más, al estilo Sex And The City que aquella opulencia carnal de Tom Ford. Ahora el cielo es azul y hay esponjosas nubes, el rosa es de un pastel casi infantil, el cabello rubio satinado y la melena al viento. Quizás, de aquel Gucci explícito sólo queden los tacones pero, ¿Alguien duda de que la campaña va a arrasar?


La temporada de desfiles, Gucci se descubrió como el favorito de las celebrities, de cada una que se precie. Una party girl juvenil, desenfadada y chic. Porque la mujer Gucci no es elegante, si quisiera ser una ejecutiva en ciernes como otra cualquiera usaría conjuntos de punto monocromos y zapato salón; la mujer de Gucci no es rompedora, porque si lo que quiere es estar pasada de moda en horas, puede vestir de Ghesquiére; tampoco es tan sexual como anteriormente porque aquel era el Gucci de Ford con dominatrix con látigos y carnales modelos; ahora es arrebatadora y, sobre todo, radiante.

sábado, diciembre 29, 2007

Fendi,Oda Consumista


Karl Lagerfeld no está bien. Y no hace falta nada más que ver la campaña de Fendi, Karl ha explotado directamente el concepto de mujer florero y de mujer anuncio, en la imagen se pueden contar seis bolsos de la nueva versión del Baguette de Fendi, en tonos block, con cadena y con hebilla metálica y con esa textura que Lagerfeld ha descubierto, croc, y que, usa tanto en Chanel como en Fendi. Rosa, pistacho, limón, rojo y blanco con los tonos del káiser y, gris y, azul y, oro que, son los tonos que también lucen seis brazaletes con las iniciales de la marca.


La colección de Fendi está claramente inspirada en los años 60s, con ése espíritu tan sobrecargado, lleno de color, explotado de estampados… Eso sí, Karl Lagerfeld quiere vender su colección, quiere verla en cada editorial y en cada portada y, no le importa dónde. De todas formas, parece que lo quiere arreglar, y ha fotografiado una instantánea muy relajante, con el mar como telón de fondo; un trampolín blanco y un bolso de color fucsia. Una foto muy veraniega, muy relajante y muy sofisticada en la que el concepto de mujer anuncio se evapora pero, ¿Qué planea Lagerfeld para Fendi?


Para mí es un misterio, de repente, Lagerfeld quiere hacer comercial un bolso que ya ha triunfado, un bolso que es una insignia para una marca que Karl siempre ha asegurado que tiene un pasado glorioso y un espíritu renacentista y palaciego. Ahora Lagerfeld mira al futuro, que es lo que hacen los diseñadores cuando no tienen recursos; inspira el olor del dinero y al mismo tiempo cae en el delirio del color, como cada verano en Fendi. Eso sí, las cifras le importan.

viernes, diciembre 28, 2007

Yves Saint Laurent, Comercialidad Conceptual


Ya ha aparecido la campaña de Saint Laurent para la estación cálida con unas propuestas, cuanto menos, frías, al estilo Prada pero radicalmente diferente. La mujer de Pilati para Yves Saint Laurent es una cosmopolita chic, preocupada por su aspecto pero devorada por el logo, por los secretos y, por el gris comercial y andrógino. La colección era exquisita, un alarde de genio e ingenio con carisma y, al mismo tiempo, sobria y actual. Especialmente renombrarle el análisis de la forma según Pilati, talles marcados, cinturas que captan la atención, pantalones sueltos, chaquetas de smoking, hombreras con faldas tubo o trajes de cóctel de formas sinuosas y caída ligera. El simbolismo inundaba a Pilati y el logo le devoraba.


Para las fotos de la campaña, ha sido Kate Moss, la modelo elegida que posa, envuelta en tejidos y en prendas que cumplen aquello que diría Audrey Hepburn años atrás, “Llevo ropa de confección hecha por maestros de la Costura.” Ése es el secreto, el corte. Pilati se dejó consumir por el logo de Yves Saint Laurent queriéndolo convertir en un nuevo Gucci o un Louis Vuitton pero negándose la comercialidad imponiendo estructuras nuevas, cortes arriesgados y una colección tan sobria como soberbia. Ahora, presa de los remordimientos, escoge a Kate Moss, musa terrenal de La generación, y la convierte en una cosmopolita consumada fría, lejana y dual.

Prada, Fantasmas Místicos


Prada, Miuccia Prada, en esencia; ha vuelto a apostar por una corte de mujeres oscuras, casi damas vacías, de mirada lánguida y de aspecto fantasmal; y por esa inspiración lejana y andrógina del ugly chic. Con una colección conceptual inspirada tanto en los setenta como en el art nouveau y con una paleta de colores fría, casi otoñal; oscura y pulcra al mismo tiempo que remarcaba ese aire de ser sobrenatural que Miuccia Prada ya ha aportado a otras colecciones como, a la de otoño invierno 2008 con sus prendas salidas de las texturas de un bosque y con los colores de una selva. En ésta ocasión, Miuccia se ha dejado conquistar por las damas del lago, sigilosas, tenebrosas y, a la moda.


En la colección de la firma italiana, los accesorios tienen mucha importancia; desde zapatos con tacón decorados flores de porcelana esmaltadas y con aplicaciones de terciopelo; los bolsos parecen ser lo oculto de las damas del lago, donde guardan sus secretos, donde esconden lo perdido. Collares de cuero satinado, pulseras y brazaletes con cuentas y medias, otra vez la recurrente pasión de Miuccia Prada, estampadas, caladas, acanaladas, de seda, de punto y con cubrezapatos.


La estética de Prada, ese oscurantismo casi gótico y conceptual que quiere despegarse de aquel halo comercial, mochilas Prada de nylon negro de los 90s, vuelve a recurrir al orientalismo chic; un halo nocturno y poético, casi místico. Miuccia Prada sabe que, en su status de niña mimada de la moda todo lo que hace es aplaudido, bien por comercial o bien por no. En ésta ocasión, Miuccia vuelve a apostar por una temporada oscura pero extremadamente femenina. Eso sí todo bañado por la nostálgica luz del pasado y de las sombras.

jueves, diciembre 27, 2007

Printemps Eté, Temporada De Extremos


Dice Olivier Theyskens que la moda no lee los periódicos, que no la cambian las noticias y que el movimiento del mundo no mueve a la moda si no que, en realidad, la moda mueve al mundo. Tras esta sentencia que puede parecer insignificante o tremendamente pretenciosa se esconden verdades malvadas y oscuros secretos; si seguimos esa doctrina, no fue el mundo quien pedía lujo si no que fue Dior quien obligó a las mujeres a sucumbir al narcisismo o, en realidad, como el mundo no sabe a qué atenerse, si hay crisis o hay esplendor; la moda lleva ofreciéndonos desfiles mediocres, repetitivos, de tendencias dóciles que resultan muertas y, de propuestas tímidas que vuelven a ahondar en los estereotipos de la temporada o en los it de la estación. Eso sí, la sombra de la comercialidad sobrevuela todas y cada una de las firmas de moda y, eso que; Olivier Theyskens piensa que la moda vive independiente sin escuchar el eco del mundo.


Como no estamos para apuestas arriesgadas, gran cantidad de firmas, han apostado por las convencionales flores; desde los vestidos gipsy de Cavalli a las glamoamazonas de Balenciaga. Eso sí, con manual de uso; nada de totally looks; flores con tonos pastel, muy románticas con un detalle de encaje y muy liviano. O flores rocambolescas, casi góticas, reservadas y oscuras con un espíritu años setenta. O, en versión couture, en la propuesta ecléctica de D&G con un estilo ¿Cómo? Las flores sean, seguramente, el estampado predilecto del presupuesto limitado; con un look muy femenino y cambiando los complementos.

Las opciones etéreas, en las que las hadas del bosque se encuentran con las ninfas del lago, son otra tendencia. En Roberto Cavalli está la versión oscura, de mirada perdida y con espíritu lánguido; en Sonia Rykiel, las hadas que juegan con las niñas a la salida del colegio son la inspiración de Sonia Rykiel. Una opción favorecedora al extremo, cómoda, femenina y veraniega.


El Safari de YSL siempre tiene alabanzas, ésta temporada, desde un camisero ceñido por un cinturón de color cuero con volumen de una colección fabulosa de Bottega Venetta al americanismo de J.Mendel con una opción más cosmopolita. Al extremo, las opuestas se multiplican y, especialmente, con el alabado desfile de Rag&Bone, ésa pálida copia de Balenciaga, que combinó las prendas de safari con un tono mostaza y con un look colegiala. Una opción más radical pero, mucho más divertida.


El cóctel americano que sirve igual para llegar a los Hamptons que para una refinada fiesta en el Met es otra opción. Oscar De La Renta es el rey de la Quinta Avenida, especialmente con el tono desvaído, pero tanto Diane Von Fustenberg con diseños más africanos o, Badgley Mischka con un estilo clásico y poco arriesgado. El vestido de cóctel en un tono pastel con una cartera de mano y sandalias de tiras es un clásico del verano que, actualizado es una perfecta inversión.


De todas formas, ésta temporada arrasan los tonos ácidos y las combinaciones, digamos, algo atrevidas. Desde el rosa ácido con el verde pistacho con estampado liberty de Michael Kors; al rosa y naranja de Versace pasando por los excesivos amarillos con cián y rosa y cián de Valentino; McQ combina el púrpura, casi papal, con el rojo y el rosa en una cascada de degradés. Eso sí, mesura y precaución es la doctrina. Y recordar que la elegancia del monocromo es irresistible ante la inestabilidad del pantone.


¿Quién iba a pensar que las mujeres aceptarían un uniforme y que el mundo de la moda se rendiría ante él? Nadie, ni Vogue que ya ironizó “Un Ford firmado Chanel” cuando Gabrielle Chanel le sacó a la pasarela y le introdujo en cada armario. Muchos han anunciado su muere pero nada le ha sucedido; todos le han rendido pleitesía y es la única prenda que sobrevive, es aplaudida y favorece. Ésta temporada, a pesar de las bondades de la gasa, las aplicaciones y el je ne sais quoi del petite robe noire; la elegancia de la simplicidad que recuerda a aquel forreaux negro de Mademoiselle Chanel es la tendencia. Perfecto ejemplo de Bill Blass, sencillo y femenino.


Una temporada inestable en la que la femineidad es la consigna, aunque para Ghesquiére sea el androgismo (a)chic de los robots; una temporada muy bella y sensual con el erotismo de las divas del Hollywood dorado, los años 40s, y ese toque de femme fatale con los labios perfilados de rouge. Quizás sea cierto que la inestabilidad del mundo se presenta en la moda o que, el hombre del traje gris, las cifras, sobrevuelan cada marca. Para soñar, la Alta Costura…

sábado, diciembre 22, 2007

Lanvin, Belleza Mística


Cuando Jeanne Lanvin dedicó una etapa de su vida a cambiar la paleta de colores del vestuario de las mujeres de la época, cambió el espíritu tímido y lánguido del pantone por el color potente, abrasador de los tonos fuertes y brillantes y, ahora, es Alber Elbaz el que devuelve a la maison el color que diera la diseñadora vistiendo a la mujeres sin un ápice de frivolidad y cargadas de energía y poder.


La campaña de ésta temporada de primavera verano por Alber Elbaz, cobra protagonismo en la mezcla de la noche Lanvin, oscuro azul Lanvin, y el predominio de los robes de estile basados en el siglo XVIII con sus particularidades femeninas, exquisitas y reconocibles, prendas ligeras, efímeras y mágicas, totalmente brillantes y, al mismo tiempo, oscuros. Una mezcla de lujo obsceno con cadencia del presente, lujosa, escandalosa, actual y dinámica.


Lo cierto es que el pasado de Lanvin toma cuerpo cuando Jeanne Lanvin creó una mujer griega, es decir, decoró sus creaciones con túnicas livianas, etéreas y volátiles y las hizo parecer relieves neoclásicos; ahora Alber Elbaz, el hombre fascinado por el histórico de la maison; se ha decantado por esa misma realidad irreal, esas mujeres sofisticadas y casi artísticas. Una campaña impresionante.

miércoles, diciembre 19, 2007

Ralph Lauren, El Pequeño Burgués


Se celebras ésta temporada el cuarenta aniversario de Ralph Lauren y, el rey del estilo pálido y tímido americano; del imperio del polo del poni y el hombre cuya línea se ha extendido por el hogar del eterno conjunto de punto, Park Avenue. Tras una década consagrándose con el polo, los pantalones de montar, los blazers escolares de terciopelo, el conjunto tímido de tonos pastel y su logo americano al más puro estilo, Ralph Lauren ha decidido dar el paso inverso al estilo Balenciaga, si el maestro no quería prostituirse con el pret a porter y siempre se quiso dedicar únicamente a la Costura; ahora el rey de l ready to wear americano se ha decidido a convertirse en Ungaro y en Armani y caer rendido, absorto y de rodillas ante la Costura.


A Ralph Lauren le entran delirios europeos y, eso para el hombre que se convirtió de alguna forma en el dueño de la bandera americana, sobre todo tras adquirir la bandera americana más antigua del mundo por trece millones de dólares; se declina por Europa, por el lujo italiano y por el chic francés; por el british black and white de My Fair Lady y, hasta un remoto aire comercial con sabor a Ghesuqiére, el college por Lauren porque los flecos dorados, el turquesa y el multiculturalismo comercial de Ghesquiére son demasiado para Park Avenue y, Ralph lauren ha pensado que ya está él para vender.


De todas formas, ahora a Ralph Lauren le ha tocado la suerte y le ha ungido la desgracia; por un lado, Anna Wintour se ha enamorado de su colección pero por el otro, muchas lenguas dicen que ese amor incondicional viene por las sumas de publicidad que Ralph Lauren ha empleado en Vogue USA para publicitar su nouvelle chic en las Américas.


Pretencioso Ralph Lauren que tras conquistar USA quiere amar París, es el neoyorkino europeizado por excelencia; ha incluido un leve acento inglés de clase alta en su habla y aplaude las veleidades del Viejo Continente pero sigue ganando dinero en Wall Street. A Lauren le ha pasado como a todos los americanos, que pierden su herencia y miran al presente si ninguna congruencia y rematando con una decepción.


Por un lado, quiere seguir siendo el “niño” mimado de la moda americana, el hombre que como diría Audrey Hepburn años atrás, ha conseguido hacer de su nombre un estilo y, ahora una burda risa. A Ralph Lauren se le conoce como el hombre del poni, como el americano por excelencia, como el abanderado de la moda con sentido, de la mujer femenina y ciudadana pero, él pone sus miras en la Vieja Europa. El eterno retorno que diría Nietzsche, Ralph Lauren triunfa, hace dinero (un monetarista puro y duro) y se ennoblece. Lauren, el pequeño burgués. Lauren, el gran bufón.

lunes, diciembre 17, 2007

Prisioneros De Ghesquiére, Reo De La Marca


Balenciaga o cómo estar en la cumbre más de tres temporadas. Ése es el principal triunfo de Ghesquiére, es un genio dicen alguno; otros un conquistador y, otros sencillamente un genio comercial que no un artista. ¿Realmente las creaciones de Ghesquiére son líricas y dignas de pasar el filtro del tiempo en una época en la que la moda es de usar y tirar? Seguramente no. Sus creaciones no son honorables aunque sea un alarde de genio e ingenio; si no que son estériles, frías y demasiado racionales. Y con ese toque pretencioso, demasiado conceptual, demasiado bohemio y, al mismo tiempo rendido a la comercialidad. ¿Francés de la Rive Gauche capitalista? Le llaman Ghesquiére y le consideran genio.



Y ya no es sólo que las Altas Esferas le aplaudan; las cifras le respondan y medio mundo caiga rendido ante las redes icónicas de la multiculturalidad social del reo Ghesquiére si no que la moda democrática, vergüenza, sonrojo y alegría al mismo tiempo; se encapriche de las creaciones de Ghesquiére y traslade el mundo de Costura futurista y metálico, androide, robótico y estéril a al fértil jungla de asfalto. ¿Ghesquiére democrático? Y Balenciaga siempre se quejaba de que el pret a porter arponeaba el honor de su firma. Pero ahora, Ghesquiére sin reparo alguno, subleva Balenciaga y la convierte en un arma más de la protesta que no de la elegancia; de la voluntad que no del estilo y de la prosaica realidad cuando la firma siempre fue el centro del lujo y del allure y, no un epíteto reiterativo; frío y con la carga gráfica y magnética de la tendencia vilipendiada, vapuleada y devorada.



La marca, Balenciaga, es un privilegio; Ghesquiére un traidor; Monsieur un genio y, el presente un sueño irreal y paralelo. Pour moi, Ghesquiére es el otro Lagerfeld; narcisista, egocéntrico y proclamado genio; de prosa reiterativa en una firma de lírica inexplorada. Ghesquiére, el hombre de la prosa; Cristóbal, el hombre de la lírica. ¿No es grandioso el artificioso pero eterno el minimalismo? ¿No muere la teatralidad y pervive la esencia? Ghesquiére ha convertido a Balenciaga un show pernicioso y enviciado cuyo único talento reside en el artificio, en el asombro y en el aplauso fácil del conceptualismo diferido. Ghesquiére es genial pero se ah decidido a vender el conceptualismo francés con el anhelo americano; en hacer lírica de la prosa y prosa de la lírica; en hacer Haute Couture vendible; pret a porter de Costura y una línea comercial pero cargada del espíritu regio y soberbio y, la vez, joven, popular y reservado. No, Balenciaga no es eso. Balenciaga no es una marca efímera, es una sentencia eterna y no un corte quemado hasta la saciedad; muerto de éxito y asesinado por la generación de la era online.

viernes, diciembre 14, 2007

Crónica De Una Muerte Anunciada, Las Tendencias


Si actualmente las temporadas son una ilusión, prefall, líneas crucero, pret a porter y haute Couture lo demuestran; las tendencias son algo tan efímero como las notas de salida de un aroma y, tan decadente como el Dior excesivo del New Look. Ahora el ciclo de la moda es un ciclo de explotación, corto, comercial y consumista en el que el fenómeno del Petite Robe Noire es inaudito y en el que aquella sentencia “Sólo lamento no haber inventado el vaquero” de Saint Laurent suena increíble. La moda se crea para ser consumida, devorada y sacrificada por las masas; la esperanza de vida de una prenda es, de instantes porque, en un instante pasa de ser objeto it a morir de éxito.


Y es que los codiciados objetos señalados en las páginas de Vogue viven una vida corta y plausible o aún más corta y penosa. O triunfa o no importa y, el éxito se desarrolla en dos gados. El primero, puede considerarse casi peligroso; la jungla de asfalto se ha apropiado del objeto y lo ha repetido hasta la saciedad tanto que parece un cliché; o, el segundo en el que tras una temporada meteórica en el que portadas, celebrities, cifras han hecho rozar al creador a las mieles del éxito; las fashionistas ya lo han rechazado por demasiado popular. Nadie que esté a la moda volverá a ponerse la prenda en los años venideros y sólo volverá al ciclo del éxito tras un par de años reposando en el armario cuando el mundo haya olvidado de dónde proveía pero siga alabando su esencia. Sólo el futuro vintage salva a la prenda del olvido y del desprecio.


¿Dónde se roza el éxito y cuándo se cae en decadencia? Es el gran intangible; cuando una tendencia pasa de ser objeto de deseo y entra en el campo del desprecio ya no hay nada que hacer, como mucho, sólo queda vender el patrón a una cadena comercial para ver inundada la jungla de asfalto con la prenda en cuestión. Diría Balenciaga que sólo los cortes no pasan de moda y que sólo la moda que se adelantan no cae en el olvido. Balenciaga alcanzó el éxito al preocuparse tanto por el público como por las tendencias; ahora Ghesquiére se dedica a subastarse al mejor postor según ese dogma de más es mucho más.


Quizás el equilibrio es lo primordial, las tendencias provienen de las altas esferas de la moda que alimentan al pret a porter al que sucumbe la llamada moda en serie o moda de confección. El éxito es un trono maldito; la permanencia en la cresta de la ola es imposible; la caída suele ser estremecedora por el hecho de que el filtro del tiempo se cierne sobre el triunfador y los amantes se convierten en traidores. El éxito conlleva inevitablemente al fracaso; aunque en el mundo de la moda ha habido grandes con mayúsculas como Balenciaga o Valentino a pesar del tiempo, quizás sea por el equilibrio entre forma y contenido.

martes, diciembre 11, 2007

¿Los que dictan la moda no la siguen?


Siempre me lo he preguntado y quizás sea Anna Wintour la excepción que confirma la regla. En Funny Face, una visionaria directora de revista anunciaba que todo sería de color rosa y, el mundo se volvía del color de los cuentos de hada excepto ella, sumida en el negro, devota de las tinieblas y sacrílega al lado oscuro. Un caso parecido podría ser el de Mademoiselle Chanel, Coco Chanel, abanderada del chic francés, menos es más y del restar en vez de sumar decoró sus apartamentos con total barroquismo y, obviando la austeridad.


Lagerfeld, el hombre del chic francés (o americano) (o británico) se ha decidido enfundar en el cuero negro y en los trajes de Slimane (¿?) aunque por lo menos él sabe lo duro que es adelgazar pues sus chicas son escuálidas. Un caso resaltable es el de Galliano, en parte, el creador siempre diseña para los desfiles de Alta Costura colecciones teatrales y barrocas, recargadas y con un hilo conductor muy marcado pero, el salir a despedirse vestido de astronauta, torero, jardinero inglés es una tendencia curiosa. Carolina Herrera, Armani o Valentino son del club de la única prenda, muchas veces, en muchos colores y en muchos tejidos; CH con una predilección por las blusas blancas, la tez muy pálida; Armani (ése hombre que se cree joven); con el navy chic italiano poco sexual y muy carnal o, Valentino, trajeado, como un gentleman pero con ése toque (sutil, lo admito) de estética (frente a la ética que dirán los postmodernos) y el caballero del traje.


Un caso particular es el de Carine Roitfeld, propone musas saludables; sanas, perfectas, inmaculadas e impecables. Sumidas en el delirio del color; ella siempre viste de negro. Rendida ante la belleza radiante, ella escoge el gótico minimal; si en Vogue París ilustra el minimalismo chic; en su vida diaria es del más siempre es mucho más. ¿Incongruente o inteligente? Ralph Lauren, su marca es una pálida propuesta para la poliana pija neoyorkina que ve Chanel como excesivo. Y él, texano al puro estilo y, además, como uno de esos hombres que entran en un club de striptease, repartiendo billetes de 50; con el dinero hecho un hobillo y, pagando con billetes grandes, cuánto más, mejor y, si es en talonario aún mejor.


Donatella Versace es otro caso, el gran caso; ella se cree la musa de Gianni y, (quizás cuando él dijo que se inspiraba en un burdel lo dijera para no ofenderla) en realidad, es una caricatura de su marca. Donatella es todo escote, todo cirugía y todo rubio platino; todo arribismo; Versace es arribista pero con glamour; Versace es de esas marcas (antes) de las que aunque la clase y la elegancia era algo que la marca no conocía; la mirada quedaba fija en sus creaciones. Luego está el grupo de las sosas, anodinas y estúpidas. It girls las llaman y en realidad son una broma, Marguerita Missoni, que debería ser reina del color cae en las redes del gris.


Aunque, hay que reconocer que también hay un selecto club de diseñadores objeto, de hombres jarrón que son en sí mismo un club, una alianza, un escaparate de sus creaciones. Cavalli, D&G, V&R como los grandes exponentes de ésta tendencia o estirpe. Eso sí, los que dictan la moda no la siguen eso es algo más que obvio; solo la siguen los diseñadores sin elegancia que buscan una cifra en vez de pasar a la historia.