
Voy a ofender a alguien con este post. Lo presiento. Ya lo he hecho más veces -verdad, ¿querido?- y no me ha importado. Me divierte. Es divertido. Pero no todos los lectores saben de qué hablo, ya sabes, así que “cierto blog” -éste- otro día contará la anécdota. (Si quieres, claro). Cómo sería Judas de Dios o porqué rompo los sueños de un niño. La vida es dura. Las mujeres tienen pasado. Este año me rompí una pierna. Me he comprado una falda morada y verde. Aquí mando yo. Y eso que, este no es mi mundo ideal. Ah, y las mujeres no saben lo que quieren. Por regla general, es así.

Ya saben, algunos lo han notado, de un tiempo para acá hay muchas verdades que duelen. Puede ser. Habrá cambiado algo dentro, me he debido encontrar -de nuevo- con el lado oscuro o, será que he abierto los ojos y no puedo recordar porqué. O será que soy demasiado joven para vivir una mentira. Vive el segundo y Carpe Diem. Y, si no te gusta, no me leas. Que, no me importa. ( O, bueno, un poco pero nunca reconoceré haberlo reconocido). Las mujeres no saben lo que quieren, eso está claro. Los hombres empiezan a dejar de saberlo.

Es muy fácil de entender. Ellas tienen dos temporadas de pret a porter cada año, dos de Alta Costura, una de crucero y otra de resort. Las marcas crean además versiones de zapatos, bolsos, vestidos y perlas -casi- una vez al més y, además está el Bolso, Zapato o Vestido en mayúsculas de It-thing de la temporada. Eso que en inglés llaman “stuff”. Y Zara ofrece un flujo constante de nuevos diseños cada día. ¿De verdad alguien cree que saben lo que quieren? Si lo supieran vestirían una elegante falda gris con blusa blanca y collar de perlas con un sac á main de color negro y zapatos de salín por la mañana; si lo supieran vestirían un vestido blanco por la tarde de gasa o de seda y unas sandalias de color negro de cuero; si lo supieran cambiarían el vestido negro por un rojo imponente y, el carmín rosa por el carmín rojo que, es el único que es carmín. Si lo supieran a Worth le hubieran mandado a la mierda. ¿Quién es usted para decirme lo que tengo que vestir? Caballeros, ¿a que ya lo han entendido?.

Ellos comienzan a dejar de saberlo. Karl Lagerfeld pierde treinta kilos para caber en los trajes de Slimane y, Jean Paul Gaultier pone a un Adonis en una bañera rodeado de flores de Lis cual Cleopatra bañada en leche y a un marinero con el pecho tatuado. Señores, ustedes quieren un tirano que les maltrate porque ya no tienen suficiente con las mujeres. Ya saben, ahora los hombres -vuelven- a llevar bolso. No se acobarden, a las mujeres cuando los llevaron les llamaron de todo y al inofensivo objeto lo llamaron ridículo. La historia se repite. De todas formas, si tiene las letras naranjas de Hermés ya no es ridículo. Aprendan.

Nadie cuenta que hay un lenguaje que no se aprende, el de las marcas. ¿Qué zapatos calzas? Manolos, ¿Qué perfume llevas? Bvlgari, ¿Dónde veraneas? Santander. El idioma internacional de las marcas es, hoy en día, lo que un buen perfume. Internacional y alegra la entrada y recuerda la salida. De Hermés se puede llevar cualquier cosa que es un dios en el firmamento y, el equipaje puede ser de Louis Vuitton pero llevado con el suficiente carácter para no parecer un recién casado de luna de miel con una pila de maletas nuevas y un cuaderno de ilusiones.

¿Cómo sería Judas de Dios? Con un Hermés anudado al cuello. Y nada de Marxismo que, es una mentira y una estafa. ¿Trabajar para todos? ¿Vivir del Estado? Si alguien quiere, Orwell. Y luego que vuelva y me diga que el olor del cuero de un coche nuevo es el mejor del universo. No nos engañemos, el cuero de un coche huele horrible. El olor a cuero de un Jaguar es insoportable por no hablar de ese maletero diminuto en el que -apenas- cabe una bolsa de fin de semana y de las miradas de desaprobación de aquellos que llevaban palestina antes de Ghesquiére. Hermés es una delicia, esa caja naranja y ese papel marrón. Para socialismo científico, el sistema de Seguridad Social y, tu pequeño balcón desde el que gritar libertad.

Judas de Dios sería divertidísimo o, de hecho, sería algo muy parecido a lo que ocurre ahora. Etiquetas en todo. Dignidad a veintinuevenoventa, hedonismo a setentaynuevenoventaycinco, ego, ¿ego?, el ego es gratis: protocolo de Internet y fotolog. ¿Ven? Los mejores placeres de la vida son gratuitos. Para todo lo demás, Hermés. Me han contado que una señorita acudió a Chanel a comprar un 2.55 tras dos años de ahorro. Dinero en monedas de ese que se guarda en una caja cuando te acuerdas de la doble C entrelazada y la escoges frente a la Z -zafia, zoofilia, zoom, ziempre (siempre en versión zaza)-. Querida, ¿sabes porqué el bolso de Chanel, bolso al fin y al cabo, cuesta esa cifra? Para que nadie que tenga que ahorrar dos años pueda comprarlo. Que ya sé que es clasista pero yo no puse las normas. Porque tú, el tener que ahorrar para comprártele es la clave, no perteneces al club. Al club pertenece esa morena imponente que pasa por Ortega y Gasset, se para delante del escaparate, ve ese zapato de Prada, no mira el precio que marca la etiqueta, entra, se lo prueba y, lo compra. Nunca serás de ese club, y no porque no hayas captado el lenguaje del 2.55 sino porque, eres una embustera. Lo siento, tengo que decirlo, así es la vida. ¿Duele? Ya…

Judas de Dios es muy parecido a la versión endulzada o corrosiva de nuestro Dios (bueno, mío no pero es igual). De todas formas querido, no digas cosas de las que te puedas arrepentir -aunque sea luego-. ¿Estás dispuesto a que te avergoncemos? Ándate con cuidado, que ya dicen que “líbreme Dios de lo que deseo”. Es duro pero, ¿dijo alguien que no lo sería? Pues eso, un mundo sin bienvanturanzas, sin últimos que serán los primeros y sin hijos pródigos. Un mundo de verdad. Ya saben, de ese en el que los ricos visten de Oscar De La Renta en sus galas benéficas pero, creo que, sin galas benéficas. Solo con fiestas. Cada cosa por su nombre. ¿2.55 y comer tallarines todos los días? No te lo crees ni tú, por Chanel o por Hermés. Prefiero hacer un poco más rico a Amancio Ortega. No me lo puedo creer. Es una pregunta que no merece ni contestación. Como esos llaveros de Prada por treintaycinco que rezan Prada. ¿Saben? Prefiero abrir la ventana y tirarlos. De veras.

Un mundo con Judas de Dios podrías ser interesante. Algo así como Studio 54, gruesas puertas, muros de cemento, una larga lista VIP y un cordón de terciopelo rojo que abre, o cierra, las puertas al cielo. Nada de San Pedro, de nubes, de puertas doradas, de túnicas blancas y de alas de algodón con aureolas doradas. Yo creo que el problema de la Iglesia es que ya no sabe vender bien las cosas. ¿El demonio? Rojo, con tridente, un Baco endemoniado. Eso vende. ¿El cielo? Cuatro nubes y túnicas blancas. Si hombre, claaro. Eso es una mierda. Cuando mejoren el cielo, me apunto. Queda dicho. Y, por favor, nada de pobretonas con 2.55 y famélicas por no comer fruta. Porfavoroslopido. Judas de Dios puede ser interesante. O quizás no pero, esto me está gustando.