Cool & Chic

El mundo ha cambiado. La moda ya no es lo que era ni quiere serlo. Un recorrido por la historia de la moda deja al mundo con sorprendentes inquietudes que unen la conexión más profunda del hombre, el arte; con su apariencia externa. Una simbiosis entre lo natural y lo artificial, una enraizada cuestión que lleva a preguntarse si la moda es una necesidad que empieza donde acaba la necesidad como diría Madame Gabrielle Chanel o, si la moda y la apariencia, la pura belleza es una de las secuencias genéticas del hombre. Una diferencia que le libera y le condena, le alza de la animalidad y queda subyugada ante el maquinismo. La moda, un peldaño más del arte dedicado a la vida cotidiana, la realidad lírica de la prosopopeya humana, el alma al descubierto.

La moda surge con el pecado de la misma forma que sus virtudes se realzan ante la belleza. Se llega a decir que “la belleza es la perfección del alma”, “el lenguaje del corazón” y la forma más cercana y real de conexión con el Dios supremo. De la misma forma que une, destruye. Tiene el punto cruel de la diferencia. La moda sirve para distinguir, para señalar y afectar. Clases sociales, cultura, sociedad, religión o, incluso, sexo y personalidad. La moda nos diferencia.

Repasar la historia de la moda es conocer el mundo. Sociología: sociedad, economía, política, ideario, religiosidad. La historia del mundo es arte y es moda. Clama la moda, llora el mundo. Libertad, ostracismo, condena y muerte. Blanco y negro. Alegría y llanto. Vida y muerte. La potencia del color, el aullido mudo de la realidad, el carisma inherente del bucólico imperfecto, la irresistible atracción de la perdida Arcadia, el egocentrismo de Narciso, el reflejo del agua condenado. La moda.

Aunque, en realidad, la historia de la moda es la inexpugnable e inexplicable búsqueda del sentido humano. La otra dimensión. La trascendencia. La moda es un espejo que sirve para entender lo que los demás ven en nosotros y, el tipo de mensaje que queremos que vean: voluntad, carisma, individualismo o aceptación social. La moda nadie sabe dónde surge y, aunque, dicen que no lee los periódicos, es un secreto a voces que cuando la economía va bien se venden minifaldas y se prefiere un cánon estético más andrógino mientras que, cuando va mal, la barra de labios roja y la belleza de curvas rotundamente femeninas se imponen. Nadie sabe porque, sólo se sabe que es así.

Actualmente, nuestro cánon de belleza y nuestro sentido de la estética ha cambiado mucho y, a la vez, no ha variado nada. Cada siglo ha dejado al mundo sumido en una nueva dimensión en la que lo etéreo, todo aquello perteneciente a Afrodita, diosa de la belleza, y al mundo de lo superfluo ha variado. Ahora, el mundo dice que las cosas volverán a cambiar. Cambio podría ser la palabra que describe al mundo o constancia, según como se mire.

En realidad, el tiempo cronológico del mundo de la moda se acerca más al ideal de la espiral de Nietzsche que a la línea del eje cronológico cristiano. Principio y final contra eterno retorno. Hay una ley que impera en el mundo de la moda que es la llamada ley de Poiret que habla sobre el ciclo de la moda y de las tendencias y como cada vez, de la misma forma que las etapas históricas son menores, las tendencias regresan más rápido porque al democratizarse y popularizarse la moda, se queman antes y tiene que surgir una contra tendencia viable para satisfacer la imperante y creciente demanda. Por eso, las épocas históricas que atestiguaron los horrores y las exclamaciones de vergüenza y sonrisas de disculpa o maldad se acercan inminentemente y, no dan tiempo, a sus hijos; a sus contemporáneos, a sobreponerse cuando, de repente, vuelven.

La calle, por otra parte, se ha convertido en lo que se llama la “otra fábrica” aludiendo a que la Alta Costura y las pasarelas están demasiado alejadas y, son demasiado aisladas y marginales que, lo que el mundo clama y pide por lo que, el monstruo de Internet se ofrece, caprichoso, a sustituir la clásica costura y el poder de las llamadas firmas de lujo. Si ahora la Alta Costura se inspira en la segunda mano y, diseñadores de la talla de Galliano hacen que recorran clochards por las pasarelas, ¿Qué sentido tiene la firma como marca, logo o emblema? Estatus.

Estatus es lo que devoró la moda enterrándola bajo el peso de las siglas o del logo. Si usted quiere poder, vista de Armani. Si usted quiere ser conceptual, vista de Balenciaga (por Ghesquiére). Si quiere ser dama, vista de Chanel. Si quiere ser estrella, lleve un Versace. Pero, ¿y si quiere ser fashionista? Prada, Prada, Prada. ¿Y si quiero ser diferente? Las redes de la individualidad democrática acechan con el capitalismo socialista de la manada de Internet, la postmodernidad y la neomodernidad. Una época, mil estilos.

Ahora ya no hay una tendencia informe, todas valen y ninguna es lo suficientemente para perdurar. El ritmo ha cambiado porque el gran gigante del presente lo devora, el presente es pasado y el pasado es futuro llegando hasta tal punto en el que el presente desaparece. Aunque, por mucho que parezca que se ha cambiado y que se ha evolucionado con otra perspectiva diferente sobre lo que es el mundo de la moda y lo que supone el retrato, o el otro yo, que mira condenado a ser temporalmente un solo reflejo de luz en el espejo sigue igual que hace un siglo.

Es el dandismo, ahora casi rozando el comunismo social y plural, el que evoca a la moda de hoy. Perfección, autodeterminación y narcisismo. Fashionismo, gasto y moda de esa que te lleva a dar de cabeza al arroyo y que hace que pierdas amistades y fortuna para morir en un psiquiátrico enfrascado en tu propia belleza. Todo ha cambiado y, al final el mito de Narciso, encerrado en la cápsula de cristal de su belleza y ahogado por ella, muerto vilmente asfixiado por su belleza sensual y pecaminosa -ejem-, es condenado. Cruel, la moda es cruel y, la belleza es tirana.

Mi vida es una obra de arte. Culto a la estética, profana y criticada basado en la decadencia hedonística del oropel, del lujo por el fasto, del placer por la delicia. El espejo por el que resplandece la persona; la impertinente constancia de la rebeldía. La acción contra lo imposible, la batalla contra la máscara, el torrente de pasión. Carnalidad, frugalidad, egocentrismo. Un desafío a la vulgaridad. Un alegato por la impertinencia. Una alabanza al orgullo. El universo de la sociedad. Un camino dedicado al mal por la prosodia que el bien atrae y al prestigio del personalismo. La fantasía grandiosa y gratuita. Mito y personaje. Exhibicionista, narcisista y cruel. Un engendro o una Diosa. Una carta de amor a una pasión.

El ciclo de los tiempos, la rapidez con la que el futuro es presente y, el presente es pasado. Quizás porque desde aquí me propuse con Cool & Chic crear algo intemporal, la esencia que no es devorada por el tiempo, otro Zeus que ataca a Cronos o, simplemente, aporta una dosis de (i)realidad al mundo puedo decir que es el segundo aniversario. Dos años. Un manifiesto en Internet. Una forma de vida. Un camino hasta setecientas mil visitas, más de diez mil opiniones diferentes que surcan cada rendición o cada tributo a una forma de pensar, una larga lista de amigos y de creadores con talento y una nueva época. Hace un mes sentí un cambio en mi vida, espero que se note aquí también. Gracias, de veras. El Arte de vivir: Cool & Chic. Por otro año más.