La Muchacha Que Robó La Torre Eiffel

La muchacha que robó la Torre Eiffel o cómo Prada se convirtió en Chanel. Dicen que hay un hombre que quiere desterrar el mito de la elegancia de Chanel y de la elegancia parisina; de la Torre Eiffel y la doble C o, sencillamente, la del 2.55 y el Nº5. Ese hombre es el dueño del grupo LVMH que, dicen, vive un amor personal con Galliano a nivel creativo y -rozando- lo mitómano. Cuando critican a John Galliano, él dice “Que no le entienden”, “Que vale demasiado para leer una crítica”, “Que con qué derecho”; cuando hablan de Dior, dice “Un símbolo para la moda francesa”; cuando hablan del estilo francés, no le queda más remedio que decir Chanel y, que eso debe acabar. ¿Y dieron las doce para la Cenicienta de Midnight Poison o apresaron los lobos para la Caperucita del Nº5? Quien sabe, quizás la última campana sea la de una advenediza…

Miuccia Prada quiere desterrar otro tópico: el de que todo es más bonito, más estiloso, más romántico, más mítico y, más francés -incluso- (aunque suene a tener demasiado -mucho, muchísimo- descaro) en Francia, París. Ella prefiere su Italia de toda la vida, donde todos los que son alguien han pasado unas vacaciones y que ha servido de inspiración para diferentes colecciones del pasado y del presente. Pero Miuccia Prada sabe que aunque ahora Italia es el otro lugar de moda del mundo, no es -aún- París; quiero decir, París es París, es leyenda y es mito y; Nueva York es comercial, es moda americana, es easy to wear y, es, si te descuidas, Alfombra Roja de los Oscar, cena en la embajada por el otro Oscar (De La Renta, querida), verano en Los Hamptons, casa de fin de semana en Connecticut y, marido trabajador de Wall Street o el tándem de me creo-soy Carrie Bradshaw, fashionista e icono en mi vida pública-privada que, Nueva York -y el mundo- está lleno de ellas. (Porque sí que las hay, que se lo creen quiero decir) Y, luego está Milán. Y, si París es Chanel y, Nueva York es Oscar De La Renta y Marc Jacobs; Prada es Prada y, Milán es Prada. ¿Es Prada el nuevo Chanel? ¿Es Milán el nuevo París?

Y no sólo es que Miuccia Prada la cataloguen de “genio entre genios”, “visionaria entre visionarios”, “Dama de la moda”, “Reina de la moda”; “creadora de tendencias”; no es sólo que la llamen lo que Dior llamó a Balenciaga “Directora de la orquesta que, es el mundo de la moda”; no es sólo que la igualen al genio del Maestro Cristóbal; que sea icono de los ochenta, de los noventa, del cero-cero; que sea musa de la modernidad, de la postmodernidad, de la neomodernidad; no es sólo eso. Es que ahora Miuccia Prada hace tambalear París. Hitler no pudo (fue Cristóbal Balenciaga quien le sacó al Fhurer la idea de la cabeza utilizando la analogía de los toros de España para la moda de Francia, con capital en París) pero, quizás, Miuccia Prada sí.

Y no sólo es por su patria italiana, por su firma, por su alma… Quizás sea una pequeña forma de revancha. Si en la lista para hacer caer de su trono a Chanel en el absolutismo decadente del poder magnánimo de la Francia ocupada por la doble C -ríase DeGaulle de Pétain y de Vichy- estaba, en primer lugar, Dior con Monsieur Arnault y con el alocado Galliano como alteregos de la Francia Chanel; ahora llega Miuccia Prada que, lejos de ser -sólo- diseñadora, es socióloga y -quasi- política y, con sus devaneos de color escarlata (porque sí, a Miuccia la dicen muchas cosas y, entre ellas, roja) trae de cabeza al “viejo” París. Quizás sea revancha por aquel -quítame allá y esas pajas- encontronazo que tuvo Miu-Miuccia Prada cuando Prada era boyante comprando Fendi y, luego cuando ya no lo fue, vendiéndosela a LVMH… Quizás eso ponga a Monsieur Arnault en su sitio o, por lo menos, le toque su alma hacia Dior. ¿Ha robado Miuccia la Torre Eiffel?

Miuccia Prada, probablemente, no pretenda quitarle el cetro de mando, el báculo de la moda a París y trasladarlo a Milán, donde ella presenta pero, su honor estaba mancillado y por muy socialista-anarquista-comunista que sea, tiene su corazón (aunque sea de acero) de color escarlata. Rojo sangre que, no Rojo Valentino. La Semana de la Moda de Milán se redujo en sus fechas porque, como bien dice Anna Wintour, se necesitan unas horas solamente para ver lo que Milán ofrece y, no una semana. Y, es que Prada es Italia e, Italia es Milán y, los italianos tienen ese aire de la Cosa Nostra que les envuelve que, lo mismo te dicen San Marcos, Gelatto, Coliseo que te juran Vendetta, que te matan a un descendiente de Guccio Gucci o que se trasladan a Miami para asesinarte a Versace o, si no te montan una desgracia -el día de San Valentín- que acaba en Rojo, Rojo Sangre que no rojo rosa roja. Así son los italianos, rojos. Rojo Valentino, Rojo sangre… rojo Miuccia Prada o, rojo papal. Miuccia Prada se rebela, en muchos sentidos.

Ya lo hizo vistiéndolas de nerds. -Sí, ahora se dice nerds pero, en la Cena de los idiotas, era cena de idiotas para él y, de feas para el Doctor que, es esa la palabra. Sin engaños y, sin resentimientos- Y, luego las hizo evadirse de la crisis económica disfrazándolas de hadas con un cóctel de tenebrosidad comercial. Y, ahora sus mujeres parecen monjas pero se descocan con las transparencias. ¿El Pájaro Espino o la lagarta de Prada? Quien sabe, quizás París sea Milán y, Prada sea Chanel. Lo cierto es que Miuccia Prada tiene un halo reverencial. ¿Pagaría alguien seis mil dólares por parecer Carmen Kaas? Probablemente, ¿Y los pagaría por parecer conceptual entendido como el silogismo de parecer un engendro? De otra forma, el príncipe de Monsieur Dior buscaba la belleza, no entendía la moda sin belleza ni el término moda como algo ajeno a la búsqueda constante de la belleza pero, ahora, la villana de la moda, lo destierra. ¿Quieres parecer una estrella? Pues ya no hay damas del celuloide, ya no hay señoras que se llaman Binky, ya no hay ladys pero sí que mujeres normales, Bettys y, eso es lo que yo vendo. O reivindica un concepto muy profundo o se ríe de la moda y del capitalismo que presencia. ¿Es Prada, con Miuccia, una voraz socialista que sólo evidencia las maldades del capitalismo?

Quizás porque teniendo en cuenta que se hizo famosa por vender una bolsa negra de nylon con sólo un logo y, que viste a las mujeres de feas o que, su desfile más alabado (uno de tantos quiero decir) es en el que no saca partes de abajo porque “ni le gustaban, ni le convencían”. O es una declaración de principios o es una psicótica. Ahora, su nuevo atentado es hacer creer que Prada es Chanel. Total, un ejército de fashionistas ya tiene… Y, no sólo le ha robado el corazón al diablo haciendo un pacto con él; ahora además le roba las chicas a Chanel. Y es que Vanessa Paradis es la nueva mujer de Prada, dama de Chanel antaño y, ahora chica de Prada. ¿Elegancia francesa en Prada o irreverencia marxista en la firma del triángulo invertido? Si lo piensas bien, ¿puede ser el triángulo de Prada una lucha contra el esquema social que, aunque se finge que no existe, es casi feudal? Quizás sí aunque vendiendo zapatos a 1000 dólares te surge la duda pero, esa es otra historia.