Prada Es Prada

Cuando Miuccia Prada comenzaba su andadura en el mundo de la moda dijo una frase que pasaría a la posteridad como emblema de una época, de una marca y de un pensamiento: “Mujeres femeninas que no débiles. Prada son mujeres fuertes.” El cliché del Diablo Viste de Prada ha hecho a la marca italiana un favor y la ha convertido en cultura urbana, algo totalmente inaceptable y contrario al propio nombre de Prada; pero no cabe duda de que tantos visten Prada que algún diablo lo tiene que vestir. La colección ha demostrado que la femineidad se entiende en Prada de forma diferente al resto del mundo aunque como Prada (parece que) es el Todo Mundo De La Moda pues el resto del mundo lo entiende de forma diferente. Sus mujeres son serias, intransigentes y robóticas, quizás oficinistas de nueva generación, quizás directoras imponentes o sólo chicas de portada. Pero lo que son, sin dudas, es la generación Prada.

Minimalismo, bien o mal entendido, es lo que se vio en parte del desfile de Prada. Vestidos de cortes limpios, en tonos oscuros, sin escotes, con cuello, alto, con el vientre sin fruncir, sin accesorios, sin opacidades. La mujer de Prada es severa, sin adornos, oscura y que algo esconde.

Falsa austeridad quizás pero un guiño a la austeridad. Blusa azul satinada y de corte masculino muy marcado casi aplanando el pecho, con cuello subido y cerrado, prácticamente preso. Como accesorio las veleidades de una falsa brocada con volumen y relieve formando flores y cachemiras. Dualismos en Prada.

La mujer de Prada puede parecer una monja pero no lo es, en realidad es una profesional. Algunos han visto en otras temporadas de Prada a una mujer muy erótica, si eso es cierto, ésta vez, la mujer Prada tiene perversiones.

Muy adulta, austera, soberbia es la mujer de Prada. Un vestido negro con la cintura marcada y confeccionado con encaje grueso fue uno de los diseños más soberbios del desfile. Un diseño que aparecerá en Vogue, léase Anna Wintour, Alfombra Roja o editorial.

La mujer de Prada más italiana es la esposa de (millonario, estafador, mafioso) cargada de bordados, sexy y austera. Napa, ante, brocado, perlas y piel. Todo es poco.

Lo más arriesgado para la mujer Prada es el naranja, tono muy italiano para los no iniciados y poco explotado aunque últimamente más comercial. Encajes, brocados, bordados, pasamanería, gafas de piloto, zapatos volantes y figura sin ceñir. El futuro ya está aquí.

Para la italiana tecnológica sacrílega a Prada pero que le rinde culto al Balenciaga de Ghesquiére, Miuccia Prada ha decidido crear unos pases futuristas. Jerseys ceñidos, faldas plásticas de tejidos de apariencia indescriptible y aires tecnológicos de suficiencia femenina. Podrías ser robot pero eres mujer dice Prada.

Cerraron el desfile diseños en tonos azulados cuajados de encajes y brocados. Una blusa de color negro con un gran adorno de ónix rígido al cuello complementaba una preciosa falda de color azul apagado. Un conjunto soberbio.

Miuccia Prada, ojo derecho del mundo de la moda; ojo izquierdo de las fashionistas, única mirada hacia el futuro y signos de dólar en el presente. La diseñadora de la casa del lujo por excelencia que mejor representa los 90s, el fenómeno de la fashion victim y el poder de la marca, arrasa. El diablo viste de Prada, las actrices visten de Prada, Milán tiene nombre de Prada y Vogue es un delirio de Prada. Un desfile que no innova, que no explora nada nuevo pero que parece nuevo. Ésa es la clave. Parecer que no ser. Parecen monjas, se descocan con las transparencias. Parecen austeras, sus puntadas tienen el sello de Prada. Parecen robots pero son mujeres. Y, al final, parece Prada, es Prada.