La Muerte De La Belleza, El Chic De La Fealdad

El Diablo Viste de Prada eso, aparte de una película -sigh-, es un hecho. El ugly chic de Miuccia Prada, la comercialidad conceptual es la tendencia y Prada es la marca escogida por si alguna fashionista repuesta del shock de las mochilas de nylon de los 90s aún no se ha repuesto. Lo cierto es que la fórmula de Miuccia Prada vende, un poco de tenebrismo y algo de fashion victim para una propuesta extremadamente sofisticada pero, a la vez, demasiado fantasmagórica y con un halo mezquino. Realmente la moda ha cambiado mucho, antes los modistos pretendían hacer tambalear al mundo con sus creaciones y sus doctrinas eran avaladas en las sentencias de Monseur Dior: Mi labor es crear belleza y sería feliz si todas las mujeres se sintieran como duquesas al ugly chic, o eso proclama Vogue, de Prada.

Para Vogue la mujer de Prada es natural, femenina, con un halo de dulzura y algo de atormentada feminista; para Prada, su mujer es tan sexy que se afea; para el resto del universo, por el precio de un Prada ya te podía hacer sentir guapa. Porque, que digan lo que quieran, pero el ugly chic queda en el tópico. Nadie paga por verse más feo, por mucha lírica que tenga la creación, por mucho mundo onírico que rezume el diseño, por mucha tendencia que Vogue proclame.

Quizás ésa sea la razón por la que Vogue Italia se ha rebelado, un fenómeno como el de Marc Jacobs con Victoria Beckham, y ha ambientado a su mujer Prada en un ambiente amish, recatado, opresivo y perturbador. Una vuelta a los orígenes dicen algunos, una revelación dicen otros. Sinceramente, Prada me sorprende. Lo curioso es lo tortuoso del ambiente, es tan genial. Realmente es eso, genial. Pagar por nada, no por nada, pagar por menos que nada.

A veces hasta evoco una vuelta a los ochenta donde, la belleza se podía exhibir: ¡Mira mi Chanel!, ¿Has visto mi Versace?; o de los noventa, cuajados de tops, con las chicas vitamina y las top bombón. Porque esto es la hecatombe, la muerte de la belleza. Observen, señoras y señores, damas y caballeros, bellos indiferentes, bellas atormentadas y feos aplaudidos: ahora Prada apuesta por la fealdad. Quizás se explica el auge de Irina, Agyness o Cecilia. Son diferentes puntos de vista pero, ¿No quieren ser todas duquesas?

El patito feo se hizo cisne, la rana se convirtió en príncipe y, la historia de Prada no pudo ser.