El último fantasma de la moda es la comercialidad de una colección. El talento queda relegado a un segundo plano y la insignia de una marca se acaba convirtiendo en las cifras que suma al final de cada ejercicio. ¿No son las marcas de lujo la última estrategia de microempresas que sólo quieren dinero? Siempre he pensado que la comercialidad es una parte importante en la trayectoria de una firma pero no creo que el opio de una maison sea el pret a porter y, en mi opinión, que el lujo sea la última tentación de las fashion victims no hace que una Casa De Costura pierda la creatividad. Sí, hablo de Karl Lagerfeld para Chanel que con el argumento de que sus colecciones venden y que tras 25 años reinterpretando los clásicos Chanel siga vendiendo es más que un prodigio, un milagro pero, se vende y eso es lo que importa. Aunque siempre hay otros casos cuyo problema es inventar y un talento desbordante…
Si miramos el ejemplo de Ghésquiere para Balenciaga analizamos el caso opuesto, el director creativo de la firma de los volúmenes míticos femeninos nos ha descubierto en cada una de sus colecciones un mundo irreal y creativo en el que el 66 de Balenciaga revivía modernizado con plataformas futuristas y sombreros inmaculados, el “Yo Juego A Los Robots” conquistó Vogue y el corazón de las fashionistas que se decidieron a incluir el vinilo y el charol en sus armarios y recibir a la primavera enfundadas en exquisitos y ceñidos vestidos en azul Klein, para el otoño invierno sus propuestas cambiaron radicalmente y ¿el motivo? Necesitamos beneficios o lo que es lo mismo que el fichaje sea rentable…
Para la temporada autum hiver, el diseñador más creativo y radical desde que Galliano pisase las pasarelas ha cedido y ha apostado por una colección más limitada peor que ha conquistado. Chaquetas entalladas, palestinas de colores y sin connotaciones más alejadas de ser el próximo must have, ese look cosmopolita que apasiona al sacre creador y la pieza de lujo: el tacón Lego que es la revolución del calzado… El diseñador para algunos se vendió a la comercialidad pero para otros, adaptó su imagen a las necesidades económicas… Personalmente, su colección me gustó pues me apreció que continuaba con su visión ecléctica de la moda aunque, la colección de primavera será mítica…. Pocas veces pisa la pasarela la prenda que revolucionó la moda y el armario femenino, el pantalón y, si lo hace suele ser en versión deluxe para una noche de estrella de Hollywood o a lo petite para el verano en forma de culotte… Pero Ghesquiére es genial, el diseñador de moda ha decidido sacar el pantalón como se lleva en la calle, casual dirían y magnífico también pero, el look no se basa en unir prendas icónicas de un movimiento político, tacones de vértigo, americanas coloristas y los populares plumíferos… La esencia de la colección es convertir prendas comunes en el epicentro del lujo, Karl lo hizo reinterpretando el denim para la Haute Couture, Ghesquiére lo hace para Balenciaga en el pret a porter ponible y ágil, en una moda joven y femenina pero ponible. Combina lujo y utilidad, arriesga y comercializa. ¿Ingenioso, no?