Gaultier, Modernidad Elevada

A Jean Paul Gaultier le llaman Enfant Terrible de la moda aunque como él dice, los años pasan y los escándalos del pasado se resumen. Antes se paseaba Madonna enseñando el pecho por su pasarela o enardecía a las masas desde un escenario con aquellos bustiers que el Vaticano prohibió y que muchos consideraron indecentes y ahora aquellas demostraciones de espectáculo y aquellos dictámines clamorosos que bramaban sexo y acción se resumen en una colección genial que destila elegancia y Costura pero que no pierde la consecuencia ni la identidad bajo el mando de la batuta creativa de Monsieur Gaultier. ¿Exceso? Sí, ésa es la seña de identidad de Gaultier aunque también moderación y savoir faire. Si alguien quiere saber más, sólo queda decir que Monsieur Gaultier ha doblado sus camisas a rayas marineras y, ahora viste de negro. ¿Será el privilegio de la edad o un nuevo horizonte a explorar? Quien sabe, ahora la magia…

Gaultier ha sido siempre uno de los pocos diseñadores que han sacado siempre en sus desfiles de invierno, prendas de piel. De hecho dicen en Vogue que es curioso que la propia revista triunfe cuando es tan políticamente incorrecta por ejemplo, usando pieles. Lo cierto es que es una de las señas de identidad de Gaultier, la piel. Pero tratada de una manera particular, joven, fresca, diferente, con la firma de su autor. Casi no parece piel. Eso es ser consecuente y no lo que es Stella McCartney que primero se horroriza con la piel y luego llega a España y dice que le gustan los toros. España es diferente o Stella es peculiar pero, lo seguro es que Gaultier es Gaultier. Con arrebatos, con carisma, con pasión.

Las mujeres de Gaultier no buscan ser elegantes porque el buen gusto cansa y no temen a la vulgaridad. Y esa es la clave. Riesgo. Las prendas de Gaultier, al contrario de lo que todos creen, tienen un alto grado de intemporalidad; tienen sabor francés, cosmopolita y plural pero sin perder ese toque austero y severo. Lo que importa es la mujer pero, ella, con más adornos.

Es Gaultier uno de los pocos creadores que crean Costura Comercial, sobre todo, después de explicar que una parte de sus beneficios desaparecen bajo la sombra de la más ancestral de las artes en el mundo de la moda. Por eso quizás sea uno de los pocos diseñadores que sigue sacando pantalones en sus colecciones y que, no es que se dirija a un público joven, es que es joven.

Para muchos, Gaultier es un hombre dedicado a lo moderno. Al culto estético de lo que ahora está de moda plenamente para mañana morir pero, lo cierto, es que Gaultier tiene inspiraciones victorianas, casi medievales y con un punto revolucionarias. Pueden surcar su pasarela tribus antiguas tatuadas y perforadas, engendros cómicos -o no tanto- y modelos plurales y peculiares atendiendo a que, según el propio Gaultier “si todo el mundo viste su marca, todos pueden salir en sus desfiles.”

Hay inspiraciones que le son recurrentes a Gaultier, al igual que sus novias etéreas pero rígidas envueltas en una prisión; la fantasía de pechos cónicos o el delirio de amazonas dieciochescas pero con una pátina de masculinidad y, por ejemplo, es oriente y el etnicismo. Pocas colecciones de Gaultier se resumen sin un alarde o un aplauso a otra cultura, en tejidos, modelos, cortes, o estampados. Por que Gaultier, dice, que es global.

Además, los años han calmado a Gaultier. Ya no hay dictámines como los de antaño y dicen de él que se ha vuelto más cerrado, más oclusivo, más íntimo y que la timidez ha hecho estragos en él. Por si fuera poco, Gaultier diseñador de Hermés se ha encargado de crear una atmósfera que destierra y riñe con el arribismo pero que, le ha cambiado. Ahora hay más Francia y contención lujosa que espectáculo y clamorosos gritos.

Hay una constante en las colecciones de Gaultier que es el uso del color, el color pero en su versión más exagerada, más años ochenta, más vulgar. Que recuerda casi al carmín corrido y al rubio platino pero con ese toque exquisitamente deliberado. Gaultier es vulgar pero no por ello es menos francés, menos excesivo, menos llamativo. Son los años, es la experiencia.

Hay ocasiones en las que Gaultier se vuelve severo y casi autista. ¿Un pequeño homenaje para YSL? o una reinterpretación de un clásico entre los clásicos con las señas de identidad de un creador excesivo pero comedido en su propia voluptuosidad. Quien sabe, pero, lo cierto es que Gaultier ha cambiado. Y mucho.

Gaultier es un diseñador que ha cambiado mucho y que, ha trastocado el ritmo de la moda cambiando los compases de un estilo, un solo concepto y tradición por unas propuestas revolucionarias y modernas pero, con trasfondo. Ahora sigue haciendo lo mismo. Demuestra una fascinación por el movimiento joven como si hubiese un antes y un después entre cada colección, como si todos los mayos fueran del 68, como si fuera todavía un niño, el enfant terrible, y tuviese ilusión. Pero como sabe que no todos son mayos de gloria, que el mundo ha cambiado y que la estética esta sobre la ética, él también se rinde. No es un postmoderno, ni un neomoderno. Pero sabe cambiar con los tiempos. Un creador. Un modisto. Un hombre que ha dejado paso a un niño. Terrible, genial. Aplausos. Fin.