Lagerfeld e Yves Saint Laurent despegaron su carrera a la vez, ambos se hicieron un -gran- hueco en el mundo que conquistaron y grabaron su nombre con letras de oro que ellos mismos labraron en el tapiz del éxito. Lagerfeld con Chanel e Yves, primero en Dior, y luego ya, refulgente en su propia casa con la que definió buena parte de la segunda mitad del siglo XX.
La enemistad entre ambos se hizo tangible en los años 80s. Esos mismos en los que Studio 54 y Halston estaban a la orden del día, en los que Bianca Jagger montaba a caballo en Nueva York mientras Capote se hacía operaciones estéticas y Diana Vreeland lo veia todo de rojo. Cuando YSL murió, Lagerfeld no fue al funeral.
Pero mandó unas bonitas palabras,
Por los buenos tiempos.
Porque, realmente fueron buenos.
11 comentarios:
Preciso el post. me gusta la foto.
un beso.
http://backstage-ceee.blogspot.com/
Un post precioso. Me encanta la foto. Feliz weekend! Besitos " Chic & Positive " xoxo
http://www.chicandpositive.com/
Sí que eran buenos tiempos, sí. Karl siempre tan... Karl.
Ce, Gracias. Un beso
Laetitita. Muchas gracias. Un beso
Tamara. Un beso
Te diría que te sigo desde hace tiempo pero sería mentira, no te sigo, te disfruto. Me encanta como en cada post entremezclas moda, arte, poesia, literatura... Eres absolutamente maravillosa.Gracias
ésos no volverán -cuando todo es tan premeditado pierde espontaneidad y le resta pasión.
un beso
Humm
Mirifini. Muchas gracias. Eres un encanto. Un beso
Humm. Bécquer... Un beso
Hola Holly. Hace tiempo que no he podido pasar y echaba en falta tus post.
Hoy me quedo con una frase de Oscar Wilde: Cualquiera puede simpatizar con las penas de un amigo, simpatizar con sus éxitos requiere una naturaleza delicadísima.
Igual fué mejor que estuvieran enemistados. ¡Qué sé yo!
Besos desde Estella.
Isabel. Gracias por pasarte. Es una frase estupenda. Un beso
:)
otro beso, buenas noches Holly.
Está claro que Vreeland no era la única que miraba de reojo. Me imagino las muecas de Lagerfeld ante el éxito de Saint-Laurent año tras año, ¡qué impotencia! ¡Qué alivio el paso de los buenos tiempos!
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