Peter Dundas en Pucci deja clara su inspiración: ricos y famosos en la Costa Mediterránea, tanto en el mundo panhelénico pintado de blanco, de azul y que huele a aceitunas como en Marruecos con su tierra arenosa, sus tonos cobres, el té intenso y los mercados llenos de gente. Exactamente el tipo de persona que llevaba las prendas de Pucci en los años 70.
Se trata de gente que lo pasa bien. Chicas estupendas, con mucho dinero, paseos por la piscina, en el crucero y con un montón de pañuelos para ponerse por el pelo. Uno de esos grupos a los que el fundador, Emilio Pucci, pertenecía. Se trata, en el fondo de vivir la vida.
Hay quien se ha acordado de aquel Cavalli que sacó Mariacarla Boscono, rojo de terciopelo, con botas de caña hasta el muslo de color púrpura. Aquí, la musma chica ha tomado mucho sol, ha bebido un millón de dry martinis y ha cambiado el aire regio y soberbio por un rollo hippie de melena al aire, maría suave, un mar de turquesas y un par de novios que la rodean de aquí para allá en cuanto se mueve.
Con una sacudida de melena te puede llevar al fin del mundo. Quizás a caballo, con una Harley o como un ángel del infierno con sandalias de cuero y un vestido corto. Parece que casi lo oigo, Verushcka con su sahariana de YSL, YSL en Marrakech en su casa museo pintada de azul profundo en el que te puedes perder y los brotes de las plantas, verdes, naciendo por cualquier resquicio porque se nos escapa la vida entre las manos.
La influencia del Príncipe de Orán es inestimable. Un azul denso, tonos tierra muy cargados y tiempo para no hacer nada. Mucho tiempo para no hacer. Política de amor libre, una chequera que paga papá -o mamá o la abuela o quien sea- y tiempo para no hacer nada.
Infravaloramos el no hacer nada.
Sólo cuenta el hacer.
Y esta es otra forma de vivir.
Nada de coches rápidos, de vive deprisa y muere joven.
Este camino te lleva a otro sitio: a uno en el que no hay tiempo ni vueltas del reloj ni ninguna de esas cosas.
Ya seremos abuelos un día.
Ya llegaremos a Córcega y moleremos uvas y beberemos vino tinto.
Y vestiremos de negro pero, mientras tanto...
2 comentarios:
Me han encantado las botas de piel altas... Preciosas!
Un saludo.
Alejandro. A mí también me gustan. Un beso
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