miércoles, abril 07, 2010

El Vicio


"Los vicios cuando son buenos se convierten en virtudes"
Beber. Fumar. Amar. Vivir.
Viene a ser algo así el ser pecador. Eso de Neruda y el "confieso que he vivido" o de Wilde y su "mejor forma de evitar el vicio cayendo en él". La moda al fin y al cabo se basa en eso, pecados. ¿Qué he hecho?, ¿Cuándo me lo pondré? y ¿Cómo lo pagaré? son la Santa Trinidad del éxtasis del consumidor que sabe que cuanto más absurdo su deseo -un vestido imposible de Galliano para Dior, unos zapatos con suela de papel- y más caro, más satisfecho se siente.
Si se expresara en fórmula matemática probablemente se diría que la satisfacción es igual a la locura más lo distnaciado del artículo de nuestra posición (socio)económica. La satisfacción se manifiesta en la mera compra pero el grado de satisfacción nace del pecado cometido. Es decir un bolso comprado con el sudor de nuestra frente -o de la de otros- en Zara no da el mismo subidón que uno de Prada y unas sandalias de Fosco no proporcionan el mismo embargo que unas de Jimmy Choo.
Los buenos vicios son virtudes. Comprar por comprar es, probablemente, absurdo. Ilógico. Irracional. Obsesivo. Comprar por demostrar es insípido. Insatisfactorio. Antiplacer. Comprar para vivir es lo único que sirve probablemente.
Hace años leí que un estudio demostraba que lo que realmente vendía ropa -hacía negocio en el mundo de la moda- no era el comprar como vituperio del placer, como actividad extracorporal que producía adrenalina y hormonas tan sólo activadas con el sexo (y el chocolate) sino el comprar para. Comprar para quedar con tu novio, para salir con tus amigos, para irse de viaje, para perderse, para celebrar un logro, para animar la vida, para combinar zapatos con el papel de la pared, para disfrutar, para divertirse, para gastar el dinero tan duramente ganado (o no), para exhibirse, para gustarse, para admirarse... para vivir.
El consumismo es, probablemente, uno de los azotes de la sociedad de "chimeneas de hierro y torres de marfil" pero también es una forma de autorealización. Autoafirmación y otra forma de vivir.
¿Quién dijo lo que era arte de vivir? Sin duda alguna, convertir vicios en virtudes.

16 comentarios:

Anónimo dijo...

eres diosa

Holly Golightly dijo...

Anónimo. Gracias

Egoitz Azcona dijo...

Ay Jon-jon ..

Holly Golightly dijo...

Egoitz. Guapo. Un hombre muy guapo y con "luz". Un beso

variopaint dijo...

El placer, por alguna razón misteriosa, siempre viene asociado con el arte de lo prohibido, bebedores, fumadores, amadores y vividores son seres que quedan siempre bajo un signo de interrogación, una interrogación que puede ser también admirativa en algunos casos. La moda (como ostentación) también forma parte de ese elenco, pues el distinguirse de los demás es algo que puede ser considerado pecaminoso, precisamente por la razón que algunos de los "demás" no desean que nadie se distinga, sobre todo los mediocres. Esa es la esencia del pensamiento puritano, fundamentalmente contraria al genio que piensa que el desarrollo de la humanidad se basa en la inteligencia colectiva (que no existe, como es notorio).

El puritanismo emplea unos códigos estéticos ajenos a todo lo que reluce, pues aquello que reluce está fundamentalmente ligado a la divinidad (o al capital, o a la sociedad) y no debe ser ostentado por los simples individuos. Esos códigos funcionaron durante una gran parte de la historia de la humanidad y aun siguen funcionando, si bien sólo en parte. Sin embargo, el fenómeno de la creación se distingue básicamente de ese pensamiento, al ser fundamentalmente iconoclasta y alejarse de imágenes y convenciones al uso. Esa es la razón por la cual la originalidad es algo tan difícil de encontrar, y suele causar siempre escándalo notable. Cuanto más original sea el argumento, o el objeto, el rechazo puede ser mayor en los habituados a la corrección política, que es la forma más moderna de puritanismo que hoy se conoce.

El fenómeno del consumo es distinto y no se refiere a lo original, ni mucho menos. Es un mecanismo simple en el cual se basa la sociedad actual para mantenerse, al igual que los tiburones necesitan moverse (y consumir, en consecuencia) para poder respirar, ya que carecen de mecanismo propio para tomar oxígeno del agua, como lo tienen la mayoría de los peces. El hecho de consumir también tiene un carácter igualitario de modo que salir de compras es tanto un mecanismo de la economía global como un puro acto social (la que no sale de compras no está bien vista). Y ahí empiezan a actuar los mecanismos de prestigio que tan bien describes, de modo que los falsificadores aprovechan la cuestión para hacer su agosto (probablemente ayudados también por el abuso en los precios de las marca de prestigio). La elegancia - hoy confundida con eso - es algo sustancialmente distinto, pues es un fenómeno estético que tiene que ver con el ansia de individualización tan perseguida por los puritanos del principio.
El comprador (a) se sentirá más a gusto cuanto más identificado esté con el "artista" o con la "moda" de modo que eso le procura un plus de satisfacción. Es curioso que, sin embargo, los creadores busquen sus tendencias en su imaginación, como lo hacía McQueen, o en otros lugares - en el propio arte o en la calle - de modo que esas miradas del público solamente se enfilan a lo que está dirigido por los que dominan el negocio, y no por los propios creadores. De modo que veremos en el futuro multitud de falsos McQueen (como hemos visto los falsos Balenciaga durante años) sin que nadie diga ni pío. También es curioso que esa actitud impuesta se haya convertido en un signo de identidad, tal como apuntas, vicios que viene impuestos desde fuera y que poco tienen que ver con los senderos y los tajos del individualismo. Hoy día la imagen de cada cual viene ordenada por grupos reducidos de gentes de negocio que nos dicen todo lo que debemos hacer y lucir, so pena de permanecer fuera del rebaño. Al igual que en las antiguas máquinas de bolas metálicas que había en los bares y salas de recreo, lo importante es seguir jugando y acumulando partidas, pero la moneda jamás se recupera. Vicios y virtudes, como dices.

Un beso.

jonfan dijo...

impreisonante jon jon y tu articulo

Holly Golightly dijo...

Jonfan. Un beso

Hummingbird dijo...

comprar -para.

me había estancado en el subidón de adrenalina. compramos para celebrar de la misma manera en que escogemos esa ocasión para beber, fumar... y para animarnos, y para compensarnos, premiarnos.

el grande se come al pequeño, a no ser que éste se escurra.

(y jon envicia).

un abrazo y un XX

Holly Golightly dijo...

Humming. Toda la razón. Un beso

B. dijo...

Tu post me ha dado la libertad de cometer más de uno de mis pecados favoritos.
Al igual que Neruda, siempre voy a preferir estar orgullosa de que he vivido, a que no lo he hecho por acatar opiniones sociales, de las más diversas clases.
Pero relacionandolo con la moda -como has hecho tan divinamente- creo que estamos en un momento de la historia, en la que todos desean ser parte de ella. Que comprar ha dejado de ser un lujo, para pasar a ser una necesidad. El sistema neoliberal ha instalado tanto la idea de consumo, que en muchas casos se ha terminado aceptando que la moda (vivir a la moda, vivir para la moda) es una forma de vida, por la cual, valga la redundancia, vale la pena vivir.
Un placer como siempre, pasearse por aquí. Un beso Holly.
Liesl.

Holly Golightly dijo...

Liesl. Me alegro. :) Gracias ante todo. Chanel ya dijo "la moda es una necesidad que empieza donde acaba la necesidad". Un beso

Fujur dijo...

Una reflexión de lo más oportuna y argumentada. Un abrazo!

Y el tercer vicio???

alterego dijo...

No es vicio. Es necesidad vital. Bss.

Holly Golightly dijo...

Fujur. El tercer vicio es Jon. !Claro! Un beso

Alterego. Ciertamente. Un beso

Anónimo dijo...

SEAMOS FRIVOLOS Y A CONSUMIR CONSUME CONSUME

Aceituna dijo...

Llegue a tu blog de pura casualidad... y desde ese dia, lo amo!
Love from mexico
XoXo Aceituna