viernes, marzo 26, 2010

Sensualidad, El Disipado Ajetreo Del Turista




Los turistas tiene que ser sensuales. Necesariamente deben tener ese misterio que tienen que tener los lugareños y saber fundir arte y gracia, ingenuidad y perversión en su viaje. En su pequeño tour por el mundo a conocer pecados que no habían conocido y a cometer arrogancias y tonterías que nunca se habían planteado.

Es el único ajetreo que se permiten. Tienen esa cosa pequeñoburguesa -pero qué deliciosa- de las vacaciones pagadas y la diversión -casi- por obligación y sólo se permiten pequeños toques, destellitos, de felicidad. Los turistas se me hacen estrellas que refulgen un poquito y al segundo siguiente se me apagan.
Su noche, efectivamente, es estrellada y al segundo siguiente es oscura, negra como el alma. Las vacaciones son todo bajas pasiones, no hay más forma de verlo, un helado, un vestidito de YSL, un amorío de verano, un amor indefinible que acaba teniendo más que definición punto final...
Otra forma más de frivolidad. ¿No?, ¿A que sí?

10 comentarios:

Anónimo dijo...

me ha encantado el post.

tu texto divino...

Hummingbird dijo...

mapas y cámaras son el peor enemigo del turista.

y lejos de casa: permiso para entrar, :).

sí es una frivolidad -de primera necesidad.

te quedas? te vas? un XX! de humming

variopaint dijo...

¿Existen aún auténticos turistas, Holly?

Un beso

Holly Golightly dijo...

Anónimo. Gracias. Un beso

Hummingbird. En París me quedo. Un beso

Variopaint. Tengo dos teorías: no existen. Y sólo existen turistas. :) Un beso

Anónimo dijo...

precioso

Lady Sumire dijo...

Me sobran turistas de viajes cronometrados me faltan más de los tuyos...

variopaint dijo...

Dos teorías: los turistas no existen y sólo existen turistas.

Los turistas antiguamente eran los que hacían el tour, una palabra derivada del inglés "tourist" ya que el Grand Tour era un itinerario de viaje por Europa, antecesor del turismo moderno, que tuvo su auge entre mediados del siglo XVII y la segunda década del XIX, cuando se impusieron los viajes masivos en ferrocarril, más asequibles. Esa costumbre fue conocida sobre todo gracias a la literatura inglesa y fue especialmente popular entre los jóvenes británicos de clase media-alta como una etapa educativa y de esparcimiento, previa a la edad adulta y al matrimonio. Su valor residía en el acceso tanto al arte clásico y al Renacimiento como a la propia sociedad aristocrática del continente europeo que estaba entonces de moda en Inglaterra. La costumbre parece ser que tiene sus orígenes en el siglo XVI y su planteamiento como viaje formativo podría remontarse al Renacimiento, cuando humanistas y artistas realizaban viajes a Italia a fin de familiarizarse con la cultura clásica y la palabra aparece referenciada por primera vez en una obra del jesuita y viajero Richard Lassels, en 1670. Durante el siglo siguiente, se puso de moda viajar al continente para visitar territorios como Italia, hasta entonces lejanos. La publicación de multitud de guías y la revalorización del arte clásico y del renacentista en detrimento del barroco, hizo que a partir de 1730 la costumbre estuviera plenamente arraigada entre las clases altas inglesas. Paralelamente, surgió una moda parecida en otras naciones de Europa como Alemania o los Países Bajos aunque en las naciones católicas, la iniciativa se reservaba a los círculos ilustrados más selectos.

Esos turistas anteriores al ferrocarril descubrirían en las cálidas regiones meridionales de Italia la sensualidad, el "genius loci" y las costumbres de los lugareños, como citas, tan alejadas de la severidad inglesa puritana, aclimatándose incluso a esos lugares, de modo que el tour de los turistas podía durar varios años como así ocurría en ocasiones. Evidentemente el turismo es algo de pequeños burgueses pues fueron ellos los que descubrieron (entre otras tantas cosas) el turismo, ya que eran los únicos que podían (aunque a veces con esfuerzo) permitírselo, incluso pecando o haciendo tonterías, tal y como confiesa el propio Goethe en su viaje a Italia.

El turismo es un paréntesis existencial, o por lo menos, así era, una forma de ser, una estrella fugaz, según dices, que refulge y luego se apaga en las brumas de Britania, como debe ser. La pena es que esos turistas y esos viajes ya han desaparecido; el mundo es demasiado parecido y el misterio se resuelve acudiendo a viajes halcón. Efectivamente, ya no hay turistas y todos somos turistas (falsos) en la medida que nos gusta ejercer las bajas pasiones, eso sí, domesticadas, o hacernos el Ghoethe comiendo spaghetti a le vongole en las trattorias del Trastevere.

Pero todo tiene ese punto final que remite a la compostura norteña, de modo que serán las turistas más conservadoras las que más se desaforen, sabiendo que ese amorío o ese vestidito se acabaran con el final del bono hotelero, de modo que todo vuelva al buen tono y el equilibrio originales. Sin embargo, la sociedad contemporánea vive de esos mitos y esos mitos son realmente rentables, de modo que el que se queda en la ciudad ve con nostalgia como los otros re-suelven su ecuación existencial veraniega al modo de los antiguos viajeros del Grand Tour. A mi me gustan más los viajeros que los turistas porque parecen más serios pero dudo también que queden viajeros, a no ser por necesidad. De modo que de acuerdo, Holly: todos a Cancún , seamos lo que seamos.

Un beso

Holly Golightly dijo...

Anónimo. Gracias. Un beso

Lady Sumire. A mi también la verdad. Un beso

Variopaint. Como testigo a eso que me cuentas de los viajes para la luna de miel de los pudientes, hay como testimonio unos bolsitos ridículos -se llamaban así- que llevaban las novias y que tenían unas caras de porcelana que al llegar por ejemplo a París se dejaban en prenda a un artesano que pintaba en ellas la Torre Eiffel, cuando llegaban a Roma se dejaban a otro y en otra de ellas pintaba no sé... el Coliseo. Si seguían su viaje a Grecia, pintaban la Acrópolis y así sucesivamente... Era como "hacerse fotos" compulsivamente pero más caro. :)

Hace un tiempo leí un artículo sobre los "mitos modernos". Yo personalmente estoy encantada en verano en la ciudad. No queda casi nadie, hace calor y sólo apetece no moverse de allí. Cierto es que la playa no me convence demasiado. Hay demasiada arena.

¿Hubo alguna vez algún viajero? Sí, Holly Golightly. ¿Leíste a Capote en Desayuno con Diamantes? Muy adecuado. :) Un beso

variopaint dijo...

Totalmente de acuerdo sobre tu opinión de la ciudad en verano, que comparto y practico.

Desayuno con diamantes ideal, como siempre, Holly.

Las arenas son movedizas a veces, incluso. De los de las porcelanas a decorar no tenía idea, pero parece conmovedor,aunque cursi, evidentemente ¿Serán los turistas cursis como parte de su anatomía...?

Besos.

Holly Golightly dijo...

Variopaint. Sí, un turista tiene que ser cursi y estar enamorado o ser enamoradizo creo yo. Si no no sería turista pues es un esencia reconocible y a reconocer como la de la presa para el cazador y el cazador para la presa invariablemente.

Sobre la ciudad en verano, "La tentación vive arriba". Es genial.

Un beso