martes, julio 01, 2008

Armani, Homenaje Al Poder


Giorgio Armani es un advenedizo en la Costura. Pero también es la demostración fehaciente de que la capital del mundo de la moda puede ser París pero que Italia es su corazón. Prada, Armani, Valentino contra Dior, Chanel y Balenciaga. No hay ganadores, solo hay iguales. Ya dijeron que “todo el que era alguien llevaba Armani” y no hay duda que este modisto ha marcado una época. Giorgio Armani puede ser tachado de comercial como Pierre Cardin pero, los entendidos pueden atestiguar que al igual que Armani es un gran diseñador también lo fue Pierre Cardin en una época en la que no solo actúo como visionario sino como iluminador. Ahora Giorgio Armani es para muchos un Dios y para otros tantos un sincero nombre al que borrar de la Costura. Lo que nadie le puede negar es que es un grande y que es uno de los diseñadores que mejor se han adaptado a los tiempos que corren.


Todo el mundo sabe que Armani se hizo famoso en los ochenta creando un look versátil para la mujer y para el hombre de negocios o, mejor dicho, para las personas poderosas con gran cuenta corriente. Lujo discreto y elegancia sofisticada fueron las claves para el italiano más parisino y americano de cuantos a habido en el mundo de la moda, al menos, para hacerse con la nueva sociedad deseosa de prendas en consonancia con su nuevo status social. Hizo historia Giorgio Armani aliándose con el poder y uniendo su nombre al color verde del dinero.


En los ochenta el exceso, el estallido y la revolución hicieron mella en la sociedad. Si el día clamaba los márgenes empresariales y sólo se oía el murmullo procedente del bullicio que gritaba el precio de las acciones en Wall Street; la noche sonaba al descorchar de botellas de champagne, al exceso por el exceso y a Studio 54. La sociedad soñaba con el ruido, el ajetreo, el sólido sonido de las celebrities entremezclándose con el gentío, y el ruido del éxtasis -en todos los sentidos- brotando. Armani es por aquel entonces lo que diría Tess en Armas de Mujer “una mente para las finanzas y un cuerpo para el pecado.”


Pero en estos años Armani es un severo diseñador deseoso de triunfo pero que está, aunque es muy popular y aunque todos le adoran, minimizado. Solo visten de Armani las élites: los ricos, los poderosos, los hombres y mujeres de negocios. Y Armani quiere más. No sólo se hace famoso para el gran público con American Gigoló sino que amplía su icónico imperio a otras vertientes más “democráticas”. Llega el perfume de Armani, el Emporio de Armani y el inicio del Imperio.


Dicen que en los ochenta la noche no era noche de verdad. Podías encontrarte a Andy Warhol vestido con vaqueros y americana, el creador del look le llaman cuando todo el que es alguien sabe que no es así pero que sí que es su democratizador; y podías encontrarte a una joven envuelta en lamé dorado o a una estrella subida en un caballo. Los sueños nocturnos se acababan en los enormes muros de hormigón de la calle 54 pero, en las pasarelas la moda era otra cosa. Armani se dedicó a crear un look sencillo y natural pero basado en el arquetípico cliché del mundo en el que se movía. Un mundo que buscaba más aparentar que ser y, que prefería el logo al verdadero estilo. Un mundo en el que ya no se vivía, ahora sólo se ganaba o se perdía.


Armani ya no es un diseñador; Armani es un hombre de negocios. Todo el mundo le conoce y le adora y sabe que vestir de Armani es un signo de poder. Armani tiene las puertas de la escala social, se convierte en símbolo y en estatus aunque nadie parece darse cuenta de que Armani ha dejado de ser una “cosa de millonarios”. Si los hombres de negocios visten de Armani, las mujeres florero visten de Armani, las estrellas de cine visten de Armani, los gigolós visten de Armani y las prostitutas dictaminan “Gasto un montón de dinero en ropa y accesorios. ¿Has visto mis zapatos? Son italianos y muy cómodos. Gasto muchísimo en zapatos. En mi trabajo tengo que estar mucho tiempo de pie y es importante usar un calzado apropiado.” realmente Armani no es símbolo de estatus. Es el icono de una sociedad. ¿Vistes Armani? Entras en el club. Y el señor italiano lo entiende antes que nadie.


Han pasado ya un par de años desde el desembarco de la firma en América y el “muy ricos y poderosos” se ha permutado en un “con dinero suficiente para pagar una camiseta con logo”. Armani es la llave para entrar donde antes no podían. ¿Camiseta Armani? Sí que pasas. ¿Colonia Armani? Rodeo Drive. Es un mundo muy sencillo de conquistar si vistes de Armani.


Lo cierto es que Armani es un nombre con mayúsculas escrito en la historia de la moda que ha creado un imperio en menos de treinta años. Sus mujeres no son excesivamente sexuales, tampoco son fashionistas ávidas. Sus hombres conocen y reconocen la marca pero no la consideran la quintaesencia del estilo. La moda conoce, aplaude, sonríe y ríe con Armani y Armani con la moda. Y aunque es factible para todos tener una pequeña porción del gran Emporio; Armani sigue sabiendo complacer a los ricos muy ricos.


Por eso crea la línea Armani Privé. Por eso y porque los Oscar ya les llamaron los Armani Awards; por eso y porque su nombre es la historia de la moda con un águila sobrevolando el mundo; por eso y porque Armani ya es rico, ahora quiere ser mecenas. Por eso crea su escaparate privado y crea su línea de Alta Costura Privé. Y, aunque todos aplauden la idea de revivir la Costura, muchos tuercen el gesto sabiendo que quizás el señor Armani cometa un -otro- atentado.


El espectáculo de Armani en la Alta Costura está justificado. Es un grande haciendo historia, es historia aplaudiendo la historia. Es la innovación cayendo de rodillas ante el pasado pero, al mismo tiempo es pasado y es presente pero, es futuro. Armani es el primero y es, en cierta forma, el último. Abre un nuevo capítulo en su marca, el de volver a los ricos y poderosos, al flash, al éxito y, al mismo tiempo consigue que la Costura parezca novedosa. Todo esto surte el mismo efecto que Armani en sí. Los democratizadores de la moda y la cultura le aplauden. No sólo permitió Armani conquistar un nuevo mundo sino que además es -casi- (no todos los italianos tienen que ser rojos, no se crean.) un socialista. Lo cierto es que Armani propone una colección cargada del sabor de la casa y, al mismo tiempo, una reverencia obligada para aquellos que dudaron de él.


Lo he dicho muchas veces. Armani debe morir con Armani y dejar que sea la historia la que continúe su leyenda y no un sucesor, un vapuleador o un pueril imberbe. Armani es solo Giorgio y su fórmula solo parece simple. En realidad, es extremadamente complicada. Que todos lo sepan. A Giorgio Armani le quedan años de imponer -o seguir- su estilo pero, no le quedan infinitos siglos a no ser que haga un (otro) pacto con el tiempo. Armani va a morir de pie. Y, él lo sabe. Este desfile es un pequeño homenaje a Monsieur Yves Saint Laurent: el poder, la sexualidad entendida como sensualidad, la pasión, el pret a porter, el smoking, la transparencia, los setenta, las musas del señor de Oran. Pero además es una declaración de intenciones. Armani debe cerrar Armani. Cuando muera. Y ahora, se debe oír un aplauso. Es otro desfile de Armani. Pero es que Armani siempre es Armani.

13 comentarios:

Anónimo dijo...

bravo

Jamelgo de luxe dijo...

¡Menuda reprimenda le debe haber echado el señor Armani a la modelo que no lleva los tacones en la pasarela!.


Un saludo.

Holly Golightly dijo...

Anónimo. Un desfile soberbio para Armani. Es Armani y no se le pide más que demostraciones como esa, para innovar, crear, recortar, añadir y asombrar hay otros. Él es estilo de vida. Un beso

Jamelgo De Luxe. Dicen que una caída a una modelo le firma su sentencia de muerte; a otras modelos las catapultan a la fama pero, dicen que lo que nunca se puede hacer es eso porque ¿Qué imagen y qué idea asalta al comprador? Que ese zapato es inllevable y que es tan incómodo que la modelo, acostumbrada a la tortura; no es capaz de aguantar. Conclusión: el zapato no se vende.

Y esto a Armani le tiene que molestar. De todas formas, el señor Armani no tiene fama de ser, precisamente, amigable y encantador con las modelos. Un beso

Richard dijo...

Cuando vi la colección, me dieron ganas de aplaudir.
Armani sigue siendo el Maestro de Maestros.
Una maravilla
XX

Kurtz dijo...

interesante...

Holly Golightly dijo...

Archi. Armani es Armani y no se le puede pedir innovación ni espectacularidad. Es glamour y sofisticación pero relajados y cómodos. Es feminiedad y estilo. Un beso

Kurtz. Interesante. Un beso

thesil dijo...

He caido rendida ante el vestido en blanco y negro con escote en corazón y lazo a la cintura!

Holly Golightly dijo...

Thesil. Un desfile magnífico. Un beso

Carie Mercier dijo...

Giorgio Armani hace bien siendo fiel a su estilo. A la legua uno puede "oler" que se trata una prenda del diseñador italiana. Ha marcado toda una época.
Gracias por narrar con tanta poesía el desfile.

http://www.karysabeauty.com

Hummingbird dijo...

es como la EMPRESA de un hombre, me refiero a la empresa de su vida que dicen algunos. yo por mi parte me he imaginado con ese traje pantalón exquisito pitillo y cintura de 48 cm,....me lo volveré a leer, me apasionan las simplicidades tan complejas como tú bien describes. muchos xx!

Holly Golightly dijo...

Carie Mercier. Gracias. La verdad es que las prendas son plenamente Armani. Hace unos años, cuando empezó con línea de Alta Costura la noche se le resistía. Creaba volúmenes exagerados y cuerpos de crepe poco atractivos, ahora es puro Armani. Un beso

Hummingbird. Muchas gracias. ;) ¿Qué tal la wanna be? Un beso

Hummingbird dijo...

ay holly! tu me conoces a mí también, muy wanna, pero en camino a be. y tanto que sí! muchos xx!

Holly Golightly dijo...

Hummingbird. (Risas) Un beso