viernes, junio 06, 2008

El Club McCartney



Stella McCartney es una de esas diseñadoras nacidas de la fama, creadas por la fama y amparadas por el mundo de la fama. Crece viendo a su querido-popular-rico papá y “trabajando” en Lacroix. Posteriormente pasa por Saint Martins, algo que se parece a una “universidad” de moda y a la que puede acudir, sencillamente, todo aquel con dinero por cada estudiante con talento. También tiene maravillas, como Galliano o McQ pero tiene ese toque inglés, decadente y elitista. Prestigio, historia y algunas glorias; dinero, hijos de papá y mediocridad. Y, también, el toque neomoderno del engendro de Vattimo; escuela de moda. Mejor dicho, de eso que llaman “moda”. Y, allí, en la escuela; -sigh- triunfa con su último desfile quizás, por tener a Naomi y a Kate Moss como modelos y a una lista de celebrities entre el público o, por su apellido que, aún sin oír el nombre, ya es comercial.


Stella McCartney es la precursora de una tendencia actualmente, las socialities que diseñan. Ella lo hizo antes y, con más éxito. Ahora, para las fashionistas -sigh, en mayúsculas- es más reconocida que su propio padre y tiene un estilo personal. Su “estilo personal” podría resumirse en lo que dijo M. Williamson; “mientras en Saint Martins buscaban “arte” -ejem- en psiquiátricos y en los delirios de los enfermos mentales, yo prefería combinar moda y comercialidad. Estilo pero llevable” Stella se dedica a eso, hace ropa bonita, prendas saludables, algo que te puedes poner tanto si eres una millonaria como si eres una saludable adolescente, una deliciosa urbanita o un mix urbano entre fashionista y profesional al estilo “mente para las finanzas, cuerpo para el pecado” pero con stilettos de diez centímetros o alpargatas (revisadas y con un toque Jackie Kennedy que no te hace llamarlas espadriles por el mero hecho de que las llamen así en Vogue) en verano capaz de pasear por la Riviera Francesa y, siempre, una sonrisa y buena educación. Podríamos llamarlo “chicas con rubor en las mejillas”. No encuentro definición mejor.


Y, eso es lo que mejor hace. Ofrece estilo a precios respetables bajo un nombre de prestigio. Una fórmula exitosa que te hace crear una tendencia, probablemente no pasar a la historia de la moda pero sí vender ropa, ser considerada una buena diseñadora, convencer a un público amplio que no se queda recluido en lo minoritario pero que tampoco te democratiza para vapulearte con clones o falsificaciones como Chanel actualmente que es una mezcla de prestigio y carcajada como el maltrecho logo de Vuitton. Es la idea de pertenecer a un selecto club, el de las chicas sonrosadas con estilo, delgadas, femeninas y a la moda pero sin parecer frívolas ni decadentes y sin perder ese toque de fantasía, dulzura y candor pero, sin ser demasiado elitista o meramente comercial. Es llevarlo todo antes que todo el mundo pero sin ser tachado de visionario o, sin provocar carcajadas en los no entendidos. Lo ponible, lo llevable, el chic.


Las chicas de Stella McCartney son chicas divertidas pero sanas. Beben Perrier y champagne pero con moderación, sin salidas de tono al estilo Paris Hilton y sin pensar en si se van a encontrar a The Cobra Snake para ser la próxima Cory Kennedy porque, de hecho, saben que no lo son. No son millonarias, son pequeñas burguesas. Parecen millonarias pero no lo son y, tampoco pertenecen al grupo de simples mujeres florero o parecen sacadas de una boda. Lo más probable es que entre ellas se conozcan, sepan nombres y compartan ligues y agendas telefónicas; no tuvieron una juventud grunge y nunca dicen cuanto ganan. “Lo suficiente” suele bastar. Tienen un estilo despreocupado pero interesante, no parecen existencialistas franceses despreocupados por la ropa que, en realidad no han entendido que el consumismo no es malo y, al mismo tiempo no parecen sacadas de una versión de culto del streetstyle como The Sartorialist ni pertenecientes a una tribu urbana pero, tampoco son simplemente rubias fabulosas de Park Avenue y la Quinta Avenida. ¿El secreto? El toque liviano de Stella, es el toque justo de rubor que te convierte en alguien con unas mejillas deliciosas sin parecer del color de las manzanas, más de la época de la poco sutil Blancanieves. El club McCartney…


Quiero decir que pertenecen al club más deseado. Al selecto club. Sonríe, una virtud caída en el desuso; tienen una mueca altiva pero liviana, son como pequeñas samaritanas que, de vez en cuando, hablan con los miembros del estrato inferior porque “hay que tener amigos hasta en el infierno” y porque “el capullo de hoy es el magnate de mañana”. Y, tienen ese punto desenfadado de la fashionista divertida pero con escrúpulos, de esa gente que no se pelea en las rebajas de Manolo o Jimmy Choo y que no idolatra a Tamara Mellon ni a Rachel Zoe pero que tampoco piensa en el sacrilegio que supone la resurrección de Halston o en el porqué el ciclo de la moda de Poiret sigue vigente y porqué el hombre que entendió la moda actual hace un siglo, se hundió con sus barcazas de lujo, innovando. Le gusta la moda. Punto. Ni tiene pasión ni tiene rencor; sólo compra. De hecho, sólo compra ropa. No una forma de vida pero sí un estilo.


Para ellas la moda no es más que otra expresión de la vida, la misma que tomar las mejores copas en el mejor club de la ciudad o que tener un novio alto guapo y -rico- o, en su defecto existencialista con pompa de filósofo. Para ellas, Stella McCartney representa la moda como complemento a un estilo de vida y no como forma de vida, para ellas, McCartney y su negocio no es un concepto que estudiar. No son compradoras profesionales porque siguen yendo con amigas los sábados a comprar y no inspeccionan tiendas vintage donde encontrar el perfecto vestido vintage por siete dólares porque pueden encontrar el toque bohemio, lo suficientemente francés sin ser repelente en moda actual, urbana, joven sin vanguardia pero con un toque diferente. El toque de la muy popular McCartney en el restringido club de las chicas que almuerzan una manzana verde.


El Club McCartney podríamos llamarlo, el negocio de la moda comercial que no roza la democratización y que no persigue la historia sino el estilo. Es aquello de “¿arte? ¿costura? Lo que vende ropa es no tener que ponerte para quedar con tu novio o para salir con tus amigos un sábado o querer impresionar a alguien en una entrevista de trabajo.” Pero con estilo. Pero con un toque divertido. Pero actual. Revisado, reinterpretado, pasado por el colador del toque “estilista profesional” pero apto para la calle y revisitando el viejo savoir faire pero con un toque popular y restringido a la vez. Moda sin pretensiones, estilo apto para el público, tendencia para la calle. La diferencia, el toque… Stella McCartney.

15 comentarios:

Anónimo dijo...

holly eres increible, tienes sun poder de observacion que lo manifiestas en estos post que son como pequeñas historias.
me encantas¡
saludos

Holly Golightly dijo...

Maxxx. Muchas gracias. Un beso

Miss at la Playa dijo...

me encanta Stella McCartney, es la gran excepción.

alterego dijo...

No puedo con ella pero es verdad que su ropa es bonita, lo cual no la convierte en creadora. Besos.

stella cadente dijo...

Me ha encantado la descripción que has hecho, precisa hasta en el más mínimo detalle. Mi más sincera enhorabuena...

http://nosinmibolso.blogspot.com/

Holly Golightly dijo...

Miss At La Playa. Un beso

Alterego. La colección es bonita. Un beso

Stella Cadente. Muchas gracias. Un placer. Un beso

Trapiello dijo...

Tremenda parrafada!!!Creo que tienes razon

Holly Golightly dijo...

Trapiello. Gracias (si es un cumplido) Un beso sea lo que sea.

D.Perfecta dijo...

Hola! Hoy empiezo mi nuevo blog. Te invito a que lo conozcas :)

Unknown dijo...

Estoy de acuerdo contigo.Me gusta es halo de sencillez y,a la vez,sofisticación que envuelve a las chicas de stella y que tan bien recreas.Creo,que poco a poco,está crando estilo y una imagen que se puede reconocer.Y eso es tan difícil.
Besos!

Anónimo dijo...

Holly, no te preocupes la naturaleza es muy sabia y ya se encargará de eliminar a los/las trepadoras que se nutren de los restos que los bondadosos dejan caer en el camino de las ideas, besos

Carmen Porcel dijo...

Me encanta Stella McCartney y ya me suena demasiado repetitivo decirte que adoro tu forma de escribir y tu inagotable fuente de ideas para hablar de millones de temas en torno al mundo de la moda, así como tu fuerza de voluntad para redactar semejantes actualizaciones.
Genial. Sencillamente eso.

Un beso!

Holly Golightly dijo...

D. Perfecta. Ahora me paso. Un beso

Jose Airam. Escoger el segmento de la población es muy dificil. Un beso

El Cerebrillo. No me preocupo querido. Me fascina el comentario, aunque debe ser debido a un pelín de suspicacia pero creo que tiene una segunda intención. Un beso

C*. Mis profesores decían siempre que me sobraba voluntad y amor propio. :b Muchas gracias.

thesil dijo...

Me ha encantado la coleccion crucero de Stella, quizá por lo que tu dices, por ponible a la vez que chic. Stella es uno de esos ejemplos de saber aprovechar bien un buen enchufe. Ella lo tenía fácil, solo tenía que hacer bien su trabajo.

Chloe dijo...

pues a mi me gusta Stella, sera simple, no sera moda con mayúsculas, pero me gusta y hace ropa bonita, sin pretensiones
otros por intentar impactar hacen mamarrachadas
por cierto, eres muy buena escribiendo