Alaia dijo una vez que su "obsesión" era "hacer cosas bellas". Y lo hizo. "El toque maestro" es un editorial fotografiado por Gilles Bensimon, con la Kurkova, sobre una colección de invierno de Azzedine Alaia. Los 90s no fueron, lo que se dice, todo orégano. Sí, estaba Carolyn Bessette Kennedy por allí y también había propuestas maravillosas en el último Versace y en Chanel con Lagerfeld, Valentino y Saint Laurent pero, en concreto, estos tres últimos diseñadores caminaron hacia la cursilería en su carrera. Cabe destacar sobre todo a Prada pero hubo momentos de confusión en el recodo del milenio y de repente uno aparecía en una alfombra roja con vaqueros y una blusa blanca y a todo el mundo le parecía bien. También coleaba o vivía vivo el grunge, así era la primera colección de Marc Jacobs que le llevó a ser el diseñador que hoy conocemos, pero lo que más me gusta de los 90 es que hay una especie de belleza natural que a veces revolotea por las producciones y que nada tiene que ver con la afectación de antes de la II Guerra Mundial, el optimismo de los 60 o los 70 con su psicodelia -y esquizofrenia pop- ni con la omnipotencia de los 80 y sus supermaquillajes, supercardados, superhombreras y demás. Y por eso me gusta.
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