En el cielo abierto de España, está ocurriendo algo muy curioso. Por un lado, en el país nos debemos creer los más pijos del mundo porque las ventas de la división de Burberry superaban en el país las de toda Europa -cuando muchas eran, a más inri, licencias- y por otro, nos debe gustar la uniformidad porque Inditex cada vez va mejor y Amancio Ortega se está haciendo -más- rico. Pero no se trata de eso. Tampoco se trata, de esa fiebre GAP que hacía que los hijos -nuevas generaciones PP- pensasen que llevaban ¿Gucci? hace un par de años ni de nada de eso.
De unos cuantos años para acá, España se está revelando como un mercado de lujo en el que a las firmas deben estar. No se trata sólo de los mismos de siempre, es decir, no se trata de Dior, Chanel y Prada (la última vez que entré a Prada, había unos zapatos de impresión) sino de todas esas firmas que cortan el bacalo en prensa sin ser el Imperio Armani o el Imperio Inditex. Se trata de Isabel Marant, Balmain, boutiques de lujo multimarcas, sedes cosméticas imponentes y.... las revistas de moda.
Si es cierto ese axioma de que "en este país, no hay cultura de moda" hay veces que habría que sonrojar a los que lo dicen. Lagerfeld tenía razón cuando habló de los vestidos floreados para gordas y viejas -pero, ¿respetables?- señoras y, cualquiera que haya ido a Inglaterra sabrá que es cierto. Pero, también es cierto que los españoles son una generación -si se permite llamar generación a una nación- que consumen.
La vida exterior en España, la vida pública, obliga.
Y eso se nota. Está bien, doy cancha a que Blanco se lleva el gato al agua mucho más que Uterqüe entre las menores de 40 y que Mango está estupendo para -amén de la Princesa de Asturias- las treinteañeras que son chics -a sus ojos, líbreme Dios- y combinan el vestido nuevo con un bolso de Carolina Herrera y un poco de joyería de Tous. Pero también doy cancha al estilo de vida.
De hecho, en los últimos tiempos, en España -amén de las habituales revistas de moda, amén del corazón teñido también de moda, amén de suplementos de periódicos como Yo Dona de El Mundo o el nuevo de ABC- está surgiendo un nuevo mercado en revistas de moda.
Cuando hace unos dos años surgió Vanity Fair, y se descubrió como una de las mejores publicaciones del país, y a pesar de ser del mismo grupo editorial que Vogue, se llevó el gato al agua con el "estilo de vida". Las portadas son variadas: Rania de Jordania, Ana Obregón, Los Príncipes de Asturias, Antonio Banderas, Grace Kelly y Andrés Velencoso. Todas respiran ese aire un tanto irónico, moderno sin caer en el exceso, un poco sensacionalista por la línea divertida y luego, en el interior, muy interesante. Nadie puede juzgar si el país estaba preparado - o no- hace unos años pero, desde luego, ahora lo está.
Parece que los competidores de Condé Nast, no han querido dejar que la oportunidad se fuese por la borda y han desembarcado en España con Harper´s Bazaar que ha conseguido, en unos meses, traer una serie consecutiva de muy buenas portadas propias con modelos reconocidas -se estrenaron con Carmen Kaas -!grande!-, siguió Daria Verbowy y Bianca Balti -bellísima- y, a día de hoy, Missi Rayder en una malla de leopardo arañando la portada. Se han debido llevar el gato al agua ellos también. Se ve a simple vista.
Por un lado, en Vogue han sentido la llegada de una nueva ¿Biblia?. Casi peor, el Viejo Testamento frente al Nuevo Testamento. Y han decidido dar un giro a su política editorial, las portadas comienzan a ser más atrevidas. La pasada edición, era en blanco y negro. Dos modelos. Bastante desconocidas. Y una foto que no es típica de portada. Este mes, la edición de noviembre, trae una portada grupal.
Las cosas cambian y, más en el mundo de la moda.
Y siempre se puede hacer algo.
Balmain estaba tan enterrada y muerta como su creador pero Decarnin con sus glamoamazonas de los 80s, sus voguettes furiosas por las tachuelas y sus muchachitas del futuro fans del brillo y lo ceñido se han hecho un sitio en la moda actual. Por otro lado, Valentino que siempre estuvo -como status- en la cresta de la ola, ha caído a las profundidades más siderales. Y Gucci está en una especie de edad de cobre con pátina dorada. Se vende, sacan Alta Costura -ja- y todo el mundo reconoce el estilo -y la deriva- de Frida Giannini pero ya no es ni el viejo Gucci de Jackie ni el nuevo y desgarrador Gucci sexual y en celo de Tom Ford.
Las cosas cambian, y, muy deprisa.
Particularmente, soy una lectora fiel -y compradora fiel- de Vanity Fair todos los meses. También de Vogue España. Pero creo que en Bazaar, aún pecan en el contenido. En Vogue tienen que mejorar mucho. El problema de seguir el lema americano de "si no está roto, para qué arreglarlo, da a veces quebraderos de cabeza" sobre todo si como dice el refrán español, "ponen una fuente delante de un bar".
Como la competencia es, en general, buena.
Por lo menos sirve para considerar al lector como a alguien culto e interesado por lo que compra.
Y para trabajar en la excelencia y la belleza que es el terreno de la moda.
Estoy de acuerdo en que ninguna de las publicaciones españolas -ni esa revista V que nadie conoce- es ni lo mejor ni lo peor del mundo. Pero está bien que lleguen nuevos aires. Vogue España, Harper´s Bazaar España y Vanity Fair no son ni Vogue Italia, ni Love Magacine ni Expansión. No nos equivoquemos. Pero parece que todos viran hacia la mejor calidad.
Y eso, es lo que importa.
8 comentarios:
Gran articulo
Sete. Gracias
Vogue España también está un poco a la deriva...
Elisa. Cierto. Aunque hay que echarle un ojo al nuevo número. Hay un bonito editorial a lá primas de Jackie. Un beso
Te he nombrado en mi blog, un abrazo.
Irene. Ahora mismo me paso. Un beso
Acabo de ver tu blog a través del post de Irene (Capuccinobar).
No me queda otro remedio que aceptar que es uno de los mejorcitos que había leído últimamente: contenido.
Me sorprende no haberlo conocido antes con la de blogs que repaso diariamente.
Todo un descubrimiento.
Saludos.
Intersexciones. Muchas gracias. Te espero por aquí. Un beso
Publicar un comentario