Puede que sea Lacroix el último creador entregado a la moda como una pasión. Vibrante, ecléctico, particular, consecuente, impactante, restringido, minoritario, plausible, escandaloso, brillante. Son las cualidades del genio. De un hombre que en los años del minimalismo conceptual de las líneas puras, del color aséptico blanco, de la historia de Calvin Klein crea sus diseños decadentes barrocos y, casi corruptos. Cuando Mugler y Montana se repartían ser el icono de los ochenta con sus glamoamazonas, sus mujeres presas en una jaula de pájaros trituradora del cuerpo y creadora de volúmenes falsos se oponían radicalmente a las románticas, francesas y españolas, dieciochescas de Lacroix. El hombre que nunca se dejó seducir por el negro, el genio del color le llaman. Prefiero sólo el genio.
Christian Lacroix es un diseñador muy minoritario. Se dio a conocer trabajando en Pucci, reviviendo esa curiosa firma; y fue allí cuando en París conocieron su nombre asociándole al del bordado, un arte, por otra parte, que le acompañaría toda su vida. Y fue el padre -actual- de la Costura, el que le permitió dar rienda suelta a su creatividad bajo el sello de su propia marca: Lacroix. Christian Lacroix es un diseñador excesivo, único en su arte y dedicado a lo que podría ser, Versalles.
Lacroix es un diseñador dedicado a la élite. Sus conjuntos raras veces posan en la Alfombra Roja y, si lo hacen, suelen acabar convirtiéndose en esperpentos. En cambio, Lacroix es un hombre que aúna creatividad y arte en sus diseños combinando los bordados, los estampados y las pieles como destrezas antiguas con inspiraciones contemporáneas como el surrealismo de Elsa Schiapparelli y reflejos, casi dogmáticos de Dalí junto con creaciones antiquísimas de Velázquez y sórdida y austera oscuridad equivocada de El Greco. Élites.
En los desfiles de Lacroix se pasean reinas de la moda, vigorosos talentos y pocas socialities sentadas a los pies de la pasarela revisando cada vestido como si quisieran escudriñar el porqué esa combinación tan, como poco, rocambolesca destila genialidad. Ellas no saben que a Lacroix no se le entiende, se le disfruta. Punto final. En los desfiles de Lacroix hay arte, la moda queda en un segundo plano.
Cuenta Lacroix que para crear la colección se ha inspirado en los insectos (Schiapparelli aparece tras años en el olvido) y en Velázquez. Y es que España y el arte están siempre presentes en las colecciones de Lacroix. Galliano junto con el diseñador rococó son dos de los muchos diseñadores que homenajean a España en cada creación pero es que, demuestran que el tópico de volantes, calor, sol y gitanas, que ambos dominan a la perfección, se combina con la otra España, esa España mía, esa España nuestra; en la que la oscuridad, las capas negras, los embozados, el motín de Esquilache, las golas, las puñetas y los encajes medían su peso en simbología y oscuridad.
Con Lacroix, el negro se vuelve de color. Es un fenómeno que sólo les ocurre a los (muy) grandes como Balenciaga. Hay negro austero, negro terciopelo, negro brillante, negro clamoroso, negro opaco, negro total, negro estrellado, negro rasado, negro sedoso, negro de encaje, negro clamoroso, negro vibrante, negro obsceno, negro de luto, negro virginal, negro de femme fatale, negro impoluto, negro total, negro azabache. O, no hay negro.
Christian Lacroix es un vendedor de sueños. Sus colecciones son totalmente libres, voluptuosas y austeras. Quizás por eso están impregnadas de ese sabor español, de esa grandeza nuestra, de esa imponente hegemonía durante siglos. La España de Lacroix es esa España grandiosa y apocalíptica, es España con galeones de oro, es España con meninas y con pintores de corte, es esa España que crea escuela, esa España bordada en sangre y oro de torero y de esplendor. Es esa España grandiosa, es España.
Lacroix también tiene delirios franceses. En contraposición a esa España austera, severa, que vela por la pureza de la fe y que se encuentra imbuida en un mundo que domina y que enardece también aparece la vieja y revolucionaria Francia. Libera el cuello de los pañuelos á la incorruptible en honor a Robespierre que, por costumbre, eran arrancados por el verdugo antes de que rodara la cabeza coronada y los engola a la española.
Dijo Lacroix una vez que en sus desfiles no tenía cabida el negro, aunque para ser exactos, él ya había sembrado de oscuridad sus apoteósicos desfiles. Ahora vuelve a indagar en la siniestra y tormentosa, casi voluptuosa, oscuridad. Ese halo de fatalidad dandy, ese tono desdeñoso y exclamativamente lujoso. Negro profano.
Mantones de Manila, ese toque oriental y bárbaro que tiene España. Esa España cercana a la Rusia, esos opuestos derrocando a Napoleón. El mantón bordado y hecho estallar en flores que se parece, inexorablemente, al brocado ruso, al oro y a la plata y al tisú envueltos en piel y coronados en rojo, rojo aterciopelado casi místico. El bordado, un arte que ha acompañado a Lacroix, junto con el brocado y la pasamanería, a lo largo de su carrera.
También hay un Lacroix tétrico. La reina dormida y muerta despierta y recorre, fantasmal y gótica, el castillo con muros de piedra heridos. El vítore y el aplauso descienden por temor a despertar a la lejana cortesana y ella camina, envuelta en sangre, teñida en drama. Lacroix, demostrando cómo el color se vuelve oscuro y como el corte francés se vuelve rígido y no vaporoso.
Hay sangre en las calles para Lacroix, el diseñador que toma la bastilla se vuelve decadente y nobiliario en vez de burgués y alegre. Viste de rojo con connotaciones de luto a sus mujeres, las enviuda, las maltrata, las profana. Niega la nueva moda de los sans culottes, de los tiranos jacobinos y de los insulsos girondinos siendo casi profético. Lo que Lacroix quiere es un Imperio…
Roza el oscuro y el siniestro medievo el desfile. Esos cortes redondos bajo el pecho que pueden ser renacentistas siguiendo la línea del Matrimonio Arnolfini o, bien pueden significar el corte del I Imperio de Francia cuando la moda fue un asunto de estado. La Provenza francesa, la Rusia oriental, el renacimiento italiano. Lacroix es uno de los pocos diseñadores que siempre velan por el arte en sus creaciones uniendo, o demostrando, que el conjunto de estilos es posible. Pueden recordar sus inspiraciones a un cóctel multicultural pero, en realidad, es un reflejo del dogmatismo de los siglos.
Es Lacroix uno de los pocos diseñadores que respetan las tradiciones por vocación y que se respeta a sí mismo. Un desfile de Lacroix es grandeza, genio, exceso, pragmatismo. Es un cosmos en sí mismo, un universo sellado en una bola de cristal. Es magia, de la antigua magia negra; es arte, del que se exhibe en un museo y deja la mirada imperturbable y fija, es elitista, es étnico, es plausible y es, sobre todo, único. Christian Lacroix conquistó la Bastilla francesa en invierno con sus damas, hizo una reverencia imperial a la lejana Rusia, homenajeó al grandeza de España y se sumergió en el arte, en las escuelas medievales e italianas del renacimiento, en el barroco, en el complejo rococó francés y consigue moda, de esa que duele contemplar. A dentelladas.
23 comentarios:
ahora entiendo esta opresión que casi no puedo respirar. madre mía...quien fuera élite, cómo es holly? entiende la moda quien la posee? yo quiero entenderrrrr...muchos xx! un post para lacroix.
o quiero entenderrrrr este arte. muchos XX!
Hummingbird. ¿De quien es Picasso y de quien es Dalí? De quien los posee. No lo sé, a veces me pregunto si sirve de algo ver los desfiles o de nada.
Es como la moda entendible y reflexiva, no necesitabas entener anda con Dior o YSL y aquello sólo necesitabas verlo una vez para que te gustase... Ahora... Un beso
"Es un cosmos en sí mismo, un universo sellado en una bola de cristal"
Preciosa metáfora. Siempre que llegan las pasarelas de alta costura, que se supone son, el arte textil, el diseño máximo y la exquisitez suma, estoy deseando ver al Genio. A ese artista entregado de una forma visceral a un arte que le corroe y le perturba de una forma sobrehumana. Con una mirada lejana, casi perdida, que nos hace viajar en el tiempo. Recordando gestas gloriosas, damas hiperterritas y maravillosamente atemporales, eso es Lacroix.
Por eso me gusta la moda, perdon, por eso amo el arte. El arte de la costura, del figurinismo, del preociosismo, del encaje, del tul, de la organza. Hacer volar con una aguja es posible.
Un saludo.
Pd. Como siempre magnífica.
A mi, sin embargo, me gustaría ver más modelitos Lacroix en las alfombras rojas. Si se saben llevar bien pueden ser maravillosos.
A Lacroix le debo mis ansias de moda. Tendría yo 12 años más o menos y leía un Hola HC, me quedé embobado viendo las salidas de Lacroix... y hasta hoy. Lo amo, lo adoro y si hay un diseñador al que salvaría de la quema es él. Siempre ha hecho lo que le ha dado la gana, jamás ha pasado por el aro de las modas del momento e incluso en los momentos de vacas flacas se ha mantenido fiel a su estilo único que tan bien domina. Soy muy poco mitómano pero por conocer a Lacroix mataría. Y tanto que mataría.
Yo, Douglas. Muchas gracias. La Costura es la última esencia de la moda, el último cante a la maestría y a la belleza sin que la comercialidad despliegue sus alas dejando a los genios, a los talentos, a las innovaciones o a la grandeza a la sombra del verde dolar o el multicolor euro.
Ya no quedan genios como los de antes pero hay grandes creadores de la Costura. Hay temporadas que sorprenden: un Galliano comedido pero dedicado a una silueta, al pasado de la casa y al bloque de color de las damas de los cuarenta y de los veinte que lo mismo se vuelven cisnes que se tornan en jilgueros; un Karl Lagerfeld futurible dedicado a lo imponible y a las licencias que no se permitió cuando los compases tronaban a falso, a supermujeres, a glamoamazonas, a pesadillas vergonzosas de lurex; un Armani entregado a la parisina con aires mediterráneos que vive en Francia y celebra Italia o, a un Lacroix enardecido.
Me encanta Lacroix; un hombre con vocación de modisto pero que es un artista. Un beso
Thesil. No lo comparto ni lo suscribo y Lacroix tampoco lo permite. Se lo concedo a Dita Von Teese y a dos más pero que puedo contar con los dedos de una mano. Lacroix es minoría. Un beso
Señor Quinquillero. Es que Lacroix firma la moda, en sus colecciones siempre hay guiños pero muy minoritarios y ha creado un estilo que solo puede realizar él y que solo le crea él y que sólo le identifica a él.
A Lacroix, o con Lacroix, te ocurre como con los viejos grandes (Valentino, YSL, Balenciaga o Dior) no necesitas entender nada de nada, no necesitas saber quien era Vionnet o qué hacia Elsa Schiaparelli; sólo lo ves y lo aprecias. Sin entender nada y sin analizar nada. Una mirada, un aplauso; dos, una ovación. Un beso
Sublime!
Zepequeña.
Zepequeña. Un beso
Entre Dior, Chanel y Lacroix, me he hecho una panzada estos días. Que placer ver obras de arte tan maravillosas. Christian me ha dejado con la boca abierta con tanto virtuosísmo.
Me encantó.
XX
Me encanta el abrigo blanco, rosa y rojo!
Suelo leer tu blog a menudo, y por fin hoy he decidido escribirte.
Quisiera felicitarte por cada uno de tus posts. Me gusta la moda pero tu me enseñas aquello q está oculto. Aprender es una de mis aficciones preferidas, por ello te leo y te releo.
Gracias.
La única palabra que puede descubrir a Lacroix, es PASIÓN.
Pasión en toda la gama crómatica.
como bien dices lacroix es como ver un picasso o un dalí. el placer de los sentidos al menos para mí, es un 'paliativo' ya que entenderlo/poseerlo me harían ir a por él 'a dentelladas' y con lacroix como con un gran amor, y lo que se llega a hacer por amor....de momento vemos sus desfiles...que no es lo mismo a conformarnos, verdad? muchos XX!
Archi. Es que Christian Lacroix sí que es Costura. Un beso
Alex. El desfile es un homenaje a la verdadera costura pero, no por ello te encuentras con un Lacroix imponible. Hay prendas que se pueden llevar. Un beso
Telmartina. Muchísimas gracias. Te espero. Un beso
Eduardian Guy. Por eso Lacroix no usa el negro, él interpreta al negro y le da tanta pasión y poder como al rojo. Un beso
Hummingbird. De cualquier forma yo de las colecciones que desfilan compraría muy pocas cosas. No porque las vea imponibles o inadecuadas, que eso me da igual, sino porque la mayoría parecen hermosas pero se quedan en pretenciosas y rozan lo rídiculo.
Siempre me sorprende cómo es posible que haya pases tan impregnados de genialidad como los últimos del desfile de Dior Costura entremezclados con algunos muy mediocres. Un beso
Lo mejor de Lacroix es que nunca decepciona aunque las inspiraciones sean casi siempre las mismas.
Es un genio.
Cada vez me gusta más. Lo flipo mucho con Lacroix. Saludos.
Di. Lacroix es genial. Ya sabes lo que va a dar pero siempre te saca una sonrisa y un halago. Un beso
Alterego. Lacroix es uno de los mejores diseñadores actualmente. Un beso
Yo quiero a Vaelntina en tu matadero. beso Holly!
Acabo de leer tu post sobre Lacroix y de nuevo me he quedado sin palabras, tu descripción del negro me traslada a un universo paralelo, qué maestría y don el que tienes.
Siempre me ha gustado Lacroix pero no he sabido bien qué me atraía, contigo he conseguido entender algo de su genialidad.
Gracias por unos relatos increibles, un beso
Aka Scrunchie Girl. Me niego a publicitar a la señorita mafiosa. Un beso
Pau. Gracias. Un beso
Hola soy nueva en esto, hace años que no actualizaba y hoy he vuelto, siempre me paso por tu blog así que he pensado dejarte un comentario me gustaría que pasaras por el mío.
Un petunet,nina.
Btch. Ahora me paso. Un beso y gracias.
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