viernes, septiembre 28, 2007

Prada, Cóctel Tenebroso


El desfile de Prada guardó la sorpresa hasta el último instante cuando las maniquíes lánguidas, nostálgicas, fantasmales salieron a desfilar en una pasarela lúgubre y con el fondo actual y trascendental que Miuccia Prada escogió para la ocasión que recordaba tanto a los graffities de las calles de las grandes ciudades como a las vidrieras que presiden los altares de las catedrales góticas o de los templos en Asia. No cabía duda, eran mujeres fuertes, de las que le gustan a Miuccia, y que parecen masculinas y tienen un punto andrógino. La atmósfera decía que algo ocultaban y de hecho caminaban envueltas en secretos y en un halo tenebroso. El art noveau ha sido una inspiración evidente para Miuccia Prada en esta colección y aunque ha tenido fuertes críticas, estamos, sin duda, ante una colección que dará que hablar para bien y para mal. 



Otra de las inspiraciones parecen ser los 70s aunque con un punto más lánguido y menos vital como se ve en las imágenes que tenemos en la cabeza de chicas con el pelo largo, muy largo, con vestidos lenceros y románticos estampados de flores y largos, sin cortes que muestren la forma del cuerpo. Y es que hay poco de terrenal en este desfile pues son las hadas, las ninfas, los seres féericos los que parecen poblar el universo de Prada, con toda una cosmogonía propia, para el verano de 2008. Hay perversidad y anarquismo y de hecho, a las hadas y a otra gente pequeña, se les temía y respetaba y se esperaba de ellas que fueran juguetonas y un poco fastidiosas: que cambiaran las llaves de sitio, que agriaran la leche y que le causaran de vez en cuando un chichón en la cabeza al niño. 



Los 60s y quizá todas las supersticiones que seguirían vigentes luego en horas de la Guerra Fría, además de la tensión contra el comunismo por el consumismo están muy presentes. Uno de los temas fundamentales del desfile son los estampados: florales y pop. Además de los accesorios que son retorcidos como si hubieran sido creados viendo estalactitas y estalagmitas en una cueva. Uno de los mantras de Miuccia Prada es que las mujeres deben ser fuertes, "femeninas pero no débiles", y la presencia -y el uso y el abuso- de prendas que parecen sacadas de pijamas algo orientalizados (con cuellos que parecen un poco Mao y botoncitos que despuntan a cheongsam) podrían inducir una cierta debilidad. Al fin y al cabo, despreocuparse del pudor no deja de ser una muestra de enfermedad. Y, sin embargo, hay una sensación de conciencia omnipresencia y quizá, incluso, de una cierta maldad perversa y tenebrosa que, inspira más a marcharse, que a compadecer a estas jovencitas en pijama que, desde luego, no preconizan el amor libre y el haz el amor y no la guerra. Aquí hay mucho de que hablar, parecen decir. 



Aunque los códigos de la casa Prada están siempre en constante mutación y rediseño, Miuccia Prada lleva unas cuantas temporadas "tratando de encontrar una nueva creatividad" y así aparecen en sus colecciones líneas curvas y chokers que hacen a sus mujeres sexualmente agresivas y menos perdidas en sus ensueños como parecían estar las de las colecciones que lanzaron al estrellato a Prada: feístas, bibliotecarias apocadas con mochilas negras de nylon.



La inspiración en Oriente parece evidente. El kimono, el cheongsam y el cuello mao están aquí para quedarse pero es la seda el material que se lleva el gato al agua como quien dice. Los accesorios son un tema capital en la colección y no cabe duda de que el calzado, sinuoso y contorsionado, trepante y reptante en las piernas de la modelo, hará las delicias para todo lo que importa (editoriales y ventas en tienda). El esmalte fue siempre una técnica clave para el movimiento que reclamaba la línea curva que es la figura estrella del modernismo y así aparece en las colecciones de Lalique donde los seres de los mitos, la libélula que diseñaron para Sarah Bernhart por ejemplo, parecen dominar pues es una tendencia que juega con la ambigüedad y que convierte a las mujeres en ninfas un tanto asexuales pero al mismo tiempo fatales. Y esto es de lo que habla la colección de Prada con sus zapatos esmaltados y sus mujeres envueltas en capullos de seda para que, de estos gusanos, salgan mariposas. 



Los colores son fríos: verdes, amarillos, grises amoratados y no inspiran al optimismo de los 60s y los 70s pues el aire retro de la colección, que tiene reminiscencias al trabajo de Biba en el Londres setentero y al de Ossie Clarck, es pesimista y tenebroso. Tiene un punto melancólico, lánguido y espectral. La conexión presente-pasado se hace evidente tanto en las prendas como en el aspecto urbano que tiene la pasarela por la que caminan las modelos. De hecho, las flechas que marcan la dirección y los graffities del muro parecen bastante posapocalípticos y dictatoriales de forma que las dulces chicas quedan como ondinas, irreales. 



La colección parece girar así entre lo que ocurrió y lo que está por venir, entre lo desolado y real frente a lo mágico y futurible y también entre lo femenino y lo masculino, lo interior y lo exterior. Personalmente la colección me recuerda a lo que ocurre en un estanque en el que no podemos ver el fondo. Sí, claro, hay mucha vida abajo. Algas, que se ondulan y mueven por el viento y que se alimentan de la luz solar, débil, que reciben. Pero no la vemos. ¿Qué habrá?, ¿cuánto cubre?, ¿será el agua tan tranquila como parece?. La línea curva aparece claramente en la colección: mujeres fértiles, de caderas anchas, con pecho generoso que se marcan a través de faldas vaporosas y jerseys de punto. Sin embargo, también hay hadas lánguidas y melancólicas, muy etéreas, con pantalones de seda que flotan a su alrededor. El conceptualismo que viene presidiendo las últimas colecciones de Prada las hace oscuras y de díficil descripción. Hay unas cuantas referencias muy evidentes y, de hecho, Miuccia Prada salió a saludar muy sonriente y satisfecha, envuelta ella misma en un diseño que parecía una capa protectora de seda para una oruga.La conclusión de la colección, sin duda, es que son gusanos envueltos en sus capullos de seda que esperan a ser mariposas.

6 comentarios:

thesil dijo...

Me encantó. Para mi el desfile fue de lo mejor visto en Milán por el momento. Me encantó la teatralidad de llevarnos a los años 60, el espíritu hippie, las hadas del bosque... fue originalidad en estado puro. Para mi, lo más novedoso fue la línea de calzado que sacó, sorprendente!
Adoro la creatividad de esta mujer!
Besos

Holly Golightly dijo...

Thesil. La verdad es que el desfile no fue bonito, práctico, femenino ni espectacular cosa que tienen otras pasarelas del mundo y, otras marcas.

Tampoco siguió una línea claramente Prada si no que siguió la línea discontinúa e imaginaria de Miuccia Prada.

Los zapatos, de excepción. El séquito de celebrities que reunirán los cotizados stilettos pues aún me quedan dudas. ¿Será como el taimado turbante último recurso de portadas y editoriales pero gran desertor del verano? Quien sabe.

Un beso

Holly Golightly dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Anónimo dijo...

Holly, lo siento. He borrado el comentario sin darme cuenta.

Bueno, en resumidas cuentas. Lo importante es decir que la colección me ha parecido un horror que, me ha gustado mucho tu rtículo y que, me encanta esa objetividad cona cidez encubierta.

Saludos

Anónimo dijo...

Por cierto, la del comentario suprimido soy yo...

Holly Golightly dijo...

Gloria. No te preocupes. Suele pasar.

En cuanto al desfile de Prada, efectivamente, no me ha gustado. No me ha convencido en absoluto aunque supongo que los titulares, portadas y artículos, editoriales y socialities aplaudirán los devaneos de Miuccia Prada.

Gracias por los cumplidos. Un beso